6. Dolor

303 33 11
                                    





La oscuridad me rodeaba asfixiándome, quemándome, matándome lentamente. Yo estaba tan asustado que a penas era consciente de mí mismo, mis manos delgadas y pálidas contrastaban con la oscuridad, pero temblaban incontrolables, toqué mi cara con mis dedos y noté que estaba llorando.

Pero no eran lágrimas.

Era sangre.

Estaba lleno de sangre, toda mi piel estaba llena de sangre pegajosa y viscosa, quise gritar, pero ningún sonido salió de mi boca, lo intenté de nuevo, pero de nuevo nada. El pánico floreció en mi interior e intenté levantarme y correr, pero mis piernas no me respondían ¿Dónde están mis piernas?

Algo me sostenía. Unos brazos.

No podía moverme y los brazos cada vez se cerraban más a mi alrededor, me asfixiaba, necesitaba aire, pero no podía moverme. Cada vez que me movía los brazos se apretaban más a mi alrededor y el olor a hierro de la sangre sólo lograba causarme náuseas. Grité, pero nadie me escuchó. Nadie vino a ayudarme. Nadie vino a salvarme.

- ¡Dios! - me levanté de un saltó y me encontré enrollada entre un nido de sábanas, mi cuerpo estaba sudado y temblaba ligeramente. Estoy bien, estoy bien, estoy bien, me repetí tantas veces cómo pude mientras mi respiración se normalizaba. Sin embargo el terror en mis entrañas era demasiado intenso así que me levanté tan rápido cómo pude y corrí al baño dejando que mi cena se devolviera por mi garganta - Maldición - lloré inútilmente mientras mi cabeza descansaba sobre el frío suelo del baño.

Se supone que las pastillas para dormir te daban una buena noche de sueño sin pesadillas ¡Una. Buena. Noche! Pero ni siquiera eso podía detenerlas, estaban volviendo lentamente y supe en ese momento que mi vida volvería a ser un infierno. Pude ignorarlo por un par de semanas, pero mis demonios están nadando de vuelta a la superficie más fuertes que nunca.

¿Quién iba a ayudarme ahora?







¿Quién iba a ayudarme ahora?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.






Hacía frío y estaba sólo en una ruta que conocía muy bien: La carretera hacía Oaxaca, no es que yo iba muy seguido a Oaxaca, de hecho no había pasado por ahí en 4 años y si cerraba los ojos aún podía sentir la nieve caer, oír los villancicos cerca y las sirenas de policía llegando.

Inked Love // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora