Capítulo 4

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Y ya era martes y no podía creer la manera increíblemente rápida que pasaban los días, me comía la ansiedad y no podía dejar de dar vueltas en el primer piso, era martes y supuestamente  Aslan vendría a casa a continuar con el trabajo de Literatura. ¿Vendría? Después de esa acalorada discusión dudaba que fuese a aparecer por mi casa, además ni siquiera le había dado tan bien las instrucciones, quizás ni siquiera conseguía ubicar mi casa, eso me mantenía con la esperanza que él no se presentase, la verdad es que no quería verle la cara, ¿cómo tendría que actuar con él luego de haberlo llamado ogro idiota?

- Si sigues así tendré que ponerte la correa y amarrarte a un poste, monstruo- la voz de mi hermano Yuki me sacó de mis pensamientos, lo miré arrugando el ceño.

- ¡No me llames así!

- ¿Así, cómo? ¿Monstruo?- preguntó con una mueca burlona.

Estaba por abalanzarme sobre él cuando el sonido del timbre me sobresaltó, ¿sería él? Pero antes de poder hacer algo por asegurarme, sentí los pasos y la voz de mi padre al abrir la puerta, demasiado tarde, porque en menos de veinte segundos la presencia de  Aslan invadía el salón de mi casa, vi a Yuki cruzarse de brazos y mirar con cara de pocos amigos al recién llegado.

- Siéntete como en casa- comentó mi padre completamente ignorante de mi mirada de horror ante la escena y la postura de mi hermano que decía a todas luces que quería patear el trasero del chico que acababa de aparecer.

- Muchas gracias- respondió él con toda gentileza.

¿Aslan siendo gentil? ¿En qué universo vendría a ser eso? Luego que mi padre se marchó quedamos sólo los tres en la sala y el silencio incómodo se situó entre nosotros.

- ¿Y tú mocoso, quien eres? – preguntó Yuki sin ningún tipo de gentileza.

Decidí adelantarme con la respuesta.

- Es un compañero de clase,  tenemos un trabajo de Literatura que hacer…

Mi hermano lo miró con desconfianza antes de voltearse hacia mí.

- Bien… estaré cerca- comentó sin ningún dejo de ocultar lo poco que le agradaba el recién llegado, al pasar junto a él se detuvo unos segundos- estaré atento a lo que hagan, me llamas cualquier cosa, monstruo.

- ¡Yuki!

Lo que faltaba, que mi hermano me avergonzara delante del petulante de Aslan. Una vez que estuvimos solos nos miramos fijamente.

- Has venido…-comenté aún algo incrédulo.

- En eso habíamos quedado ¿no?- replicó acercándose a la mesa del comedor para dejar la carpeta y cuadernos que traía, su ceño estaba demasiado fruncido, supuse que la "bienvenida" de Yuki no le había agradado ni un poco.

- Creí que pedirías cambio de compañero para trabajar…- añadí. Su mirada fija sobre mi me hizo estremecer un poco.

- Ya comenzamos a trabajar juntos, no perderé tiempo buscando otra pareja de trabajo.

Luego de ir a buscar mis cosas a la habitación volví al comedor para comenzar a trabajar, el ambiente se podía cortar con un dedo, Aslan no hablaba más que para indicar cosas precisas y si era posible se mantenía más parco y callado que nunca lo cual comenzaba a desesperarme. Pronto el olor de comida saliendo de la cocina llegó a mis fosas nasales desconcentrándome por completo, seguramente mi padre ya se encontraba terminando la cena. Cerré los ojos y aspiré el aroma tan agradable, cuando sentí una mirada muy potente sobre mí abrí los ojos y un par de orbes color verde me miraban fijamente.

Tres mil millones de latidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora