Capítulo 27

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Abrí los ojos y en la penumbra de la habitación suspiré, supe que era temprano, demasiado temprano, había vuelto a soñar con Ash… con Aslan. ¿Cómo era posible que mi subconsciente insistiera en traérmelo a flote? Gemí mientras me sentaba y apoyaba mi mentón en mis rodillas, tomé mi celular y revisé la hora, efectivamente, eran las cinco cuarenta de la mañana apenas, tenía más dos horas para estar en la escuela. Me quedé pegado mirando la pantalla, entonces como por inercia fui a los mensajes de texto en la bandeja de entrada, los últimos de Sing, de hace algunas semanas atrás, seguí viendo los más antiguos y entonces… todos hacia abajo eran de Aslan, todos, absolutamente todos.

"¿Te has despertado ya? Eiji son las siete de la mañana, recuerda que hoy nos toca presentar en la primera clase".

"Hey, ¿en qué andas? Estoy cerca de tu casa"

"No volvamos a ir a ese restaurante me siento mal, ¿Tú estás bien?"

"¿Te estaba molestando el idiota con el que hablabas hoy? Te veías incómodo"


"Hoy la pasé bien."

Sonreí por inercia, sí, recordaba ese escueto mensaje que me había sacado una enorme sonrisa al recibirlo una noche, habíamos rentado unas películas y comido palomitas dulces hasta reventar, todo el día había estado lluvioso y no había nada mejor que hacer durante la tarde, había invitado a Sing pero no había podido ir por lo que pasamos toda la tarde juntos en su casa… hasta que en algún punto me había quedado dormido en la mitad de la tercera película… y había despertado tapado con una manta.

- Duermes como tronco.

- Que pesado.

- En serio, te piqué los ojos sólo para probarte y no despertaste jamás.

- ¡Hey! No vuelvas a hacer eso.

- ¿Qué? Ni siquiera moviste un pelo, Eiji, eres torpe hasta para dormir.- comentó él con una sonrisa.

- Tú eres el único bruto y troll.

- Bueno. ¿te voy a dejar? Ya es tarde… no puedes irte solo.

Me sentí mal, no podía negar que lo extrañaba, incluso siendo el… maldito que había sido conmigo, por su culpa mis días en la escuela habían sido un infierno, desde que era el "cuernudo" los chicos que antes me amenazaban ahora se reían, y juro que trataba de ignorarlos, de ser fuerte tal como me lo decía Sing, pero yo no era como él, yo no era tan seguro de mí mismo ni tan confiado, a mi me costaba más siempre, sobre todo porque una parte de mi no sanaba ¿por qué me dolía tanto el hecho que Aslan hubiese salido de ese baño con ese sujeto? Quería creerle, por un lado quería creer que todo había sido un mal entendido, pero eso no tenía sentido, tal como me lo repetían un montón de chicos en la escuela ¿qué sentido tenía que Aslan me "prefiriera" a mí? ¿Me importaba que me prefiriera a mí… o más bien que no lo hubiese hecho?

Y ahí, en la semi oscuridad de mi habitación aún con el último mensaje en la pantalla supe la respuesta, una claro y enfático sí, me importaba y mucho. Los dioses sabían que había tratado de ignorar lo que mi mente comenzaba a fantasear sin siquiera que yo me percatase de aquello mientras estaba con él, todo había partido por Michael, por mi interés por él.

Tres mil millones de latidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora