Capítulo 10

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Se había terminado.

Al fin.

El trabajo de Literatura acababa de ser entregado y se terminaba todo... oficialmente dejaba de estar obligado a ver a Callenreese en otro lugar que no fuese la escuela, y eso estaba bien
¡Al fin estaba libre de él! ¡No más juntas en su casa o en mi casa! ¡No más "Okumura, esto", "Okumura, lo otro", ¡No más!

Era genial ¿no?

¿Cierto?

Ya no podía negarlo, mi sistema nervioso sufría serios colapsos cada vez que entablaba una conversación con él, y estuve apunto de sucumbir de un infarto cuando lo vi aparecer por mi casa el sábado alegando que quedaban dos días para terminar el trabajo y él no haría el trabajo por mí. Por suerte Yuki estaba en Chicago, por lo que la visita de cinco horas de Aslan en el comedor de mi casa no tuvo grandes interrupciones más que las de mi padre ofreciéndole cenar con nosotros, propuesta que extrañamente él acepto sin ningún ceño fruncido de por medio.

- Bien… ahora sólo queda esperar nuestra nota máxima…

Me sobresalté un poco al oírle, aún no estaba acostumbrado a eso que me hablase en todo momento, ¿no era apenas hacía unas semanas cuando me ignoraba completamente y me dirigía sólo palabras odiosas? Este nuevo cambio de actitud era extraño, pero no podía decir que me desagradara, de todas formas no tenía problemas en reconocer que ahora que Aslan me trataba como persona y no como parte del mobiliario, las clases eran un poco menos monótonas; él seguía siendo un pesado, odioso, pero al menos… al menos… bueno, al menos ya no me miraba con deseos de asesinarme, el muy cretino.

Desde el día en que Aslan se había enterado de mi secreto de no haber dado un beso en mi vida, el tema no había salido nuevamente a colación, lo cual agradecía, no sabía si ya todo su clan de secuaces estaba enterado de mi secreto o no, pero lo cierto es que desde ese día algunas cosas habían cambiado, Aslan realmente comenzaba a mostrar una parte de él que…. bueno, no conocía, ya saben, una parte más retadora, socarrona, más desafiante y… ¿confianzuda es la palabra? Sing no paraba de decir que había logrado entrar en el "selecto" grupo de Aslan y yo no podía más que negar con la cabeza y reírme con ganas. ¿Selecto grupo de Aslan? ¡Qué estupidez!
¿Y qué demonios era eso? Pero Sing tenía razón en algo: era la única persona de la clase con la que Aslan hablaba, a parte de sus amigos, de hecho, era la única persona de la escuela que mantenía conversaciones de más de 5 minutos con él… bueno, aparte de su primo.

¿Se suponía que tenía que sentirme halagado por eso? No lo creo

- Okumura…

Lo miré sobresaltado para encontrarme con la típica mueca burlona.

- ¿Qué has dicho?

- Que le he dicho a la maestra que he hecho el trabajo solo…

- ¡¿Qué tú qué?- estallé.

Aslan rodó los ojos antes de reírse levemente.

- ¿Alguna vez dejarás la luna, Okumura?

Arrugué el ceño y lo miré ofendido, claramente me estaba gastando una broma, que yo creí ingenuamente por pillarme con la guardia baja.

- Te estaba diciendo que…

- ¡Ash!

El primo demente tenía que llegar en ese instante a avasallar a Aslan, tenía miedo en ver cómo Christopher se lanzaba a abrazar sin ningún tipo de pudor a su primo, mientras que éste último parecía apunto de explotar de enfado.

Tres mil millones de latidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora