ASLAN
Decir que estaba sorprendido era poco, estaba a un centímetro de besar a Eiji y la idea había sido mía, observé sus labios, estaban semi cerrados, pero sus ojos estaban tan abiertos como dos linternas de faro, supuse que era un mar de nervios, me aclaré la garganta un poco mientras continuaba acariciando aquel fino cuello.
- Deberías cerrar los ojos- susurré sin poder evitar la sonrisa algo burlona, ya saben, en parte porque él era increíblemente inocente y en cierta forma me hacía gracia.
- ¿Por qué? – preguntó pestañeando un par de veces. Ya le había captado la manía de pestañear cuando se sentía perdida en un tema, lo cual sucedía… mucho.
- Porque la gracia de un beso es que lo sientas, no que lo veas.- respondí con la primera mierda que se me vino a la mente, aunque lo cierto es que en parte me sentía un poco nervioso, y sus ojos verdes lograban perturbarme un poco, sólo un poco…
Observé como lentamente iba cerrando sus ojos y sonreí, ¿no era genial que de pronto Okumura pareciera dócil y obediente? Aunque sabía que no le duraría mucho, era el sujeto más terco y cabezotas que había conocido en mi vida, y eso que había conocido a varios.
Acerqué mi rostro hasta rozar mis labios con los suyos, eran suaves, suspiró y aproveché ese impulso para besarlo, atrapé sus labios y volví a sentirme estúpidamente adrenalínico, no podía entender qué me pasaba pero el solo hecho de testear sus labios parecía llevarme al límite, ¿es porque era tan virginal que me emocionaba la idea de… corromperlo? Joder, sí, eso sonaba hasta mal en mi mente, pero básicamente esa era la idea, hacer que Okumura dejase de ser la niñito inocente ¿no?
Aún no profundizaba el beso, trataba que se acostumbrara a ese primer contacto y parecía hacerlo bien aunque me percate que aún se mantenía rígido como una tabla. Sonreí mentalmente. Mis manos pasaron de su cuello a sus brazos, un leve estremecimiento que me llamó la atención, Eiji parecía tan sensible a cualquier estímulo y toque, eso me agradaba. Su aroma a cítricos me invadía, quise atraerlo más hacia mí pero no era la mejor posición para estar besándonos. Fui pausando lentamente el beso hasta terminar con mi rostro muy cerca del de él, lo observé, tenía los labios rojos, las mejillas acaloradas y sus ojos negros me miraban enormes y expectantes.
- ¿Y bien? – preguntó de pronto.
- ¿Y bien qué? – repliqué sólo para picarlo, lo logré, como siempre, su ceño fruncido me lo hizo notar.
- ¿Qué tal lo hago?
- Ah…- me hice el que recién comprendía.- Pues no ha sido más que un beso casto, Okumura, no quería lanzarte a las ligas de adultos cuando recién eres una novato, así que no puedo darte una opinión al respecto - respondí.
Lo cierto es que era más fácil continuar picándolo con comentarios del tipo que aceptar que aunque había sido un beso sin lengua, lo había hecho bien, Eiji era suave en sus movimientos, sabía seguir e insinuar, muy bien, excelente diría yo.
Miré a Okumura que me observaba con los brazos cruzados.
- ¿Entonces qué? ¿Este no ha sido un beso como los de verdad?
Me reí, a veces podía ser tan graciosamente ingenuo.
- Dije que te enseñaría pero nunca dije que lo haría todo esta noche.
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Tres mil millones de latidos
RomanceEiji jamás ha logrado entender por qué el ceño de Aslan esta así de fruncido cada vez que lo mira... esperen, sólo la ha mirado fijamente dos veces en todos los años que llevan siendo compañeros... y pareciera que quiere asesinarlo con la mirada, ¿Q...