Capítulo 24

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Suspiré y  apoyé la mejilla en la superficie lisa de la mesa y me di la licencia de descansar unos momentos, se sentía helada la mesa en contraste con mi mejilla que la sentía caliente, quizás se debía a que en la última hora había estrujado mi cerebro como nunca tratando de resolver complicados ejercicios de matemáticas.

- No te escucho escribir, Eiji- comentó él sin siquiera mirarme, seguía enfrascado en su libro desde que me había dejado los ejercicios.

Alcé el rostro y apoyé mi palma en mi mejilla izquierda, sosteniendo mi peso, observé a Ash y por segundos sentí envidia, ¿por qué el tenía que tenerlo todo? dinero, inteligencia, atractivo enrojecí al instante al darme cuenta que abiertamente –en mi mente- reconocía que él era un chico guapo, es que sí, lo era, y hacía días que sabía que yo no era inmune a ese "famoso" atractivo reconocido en Ash Lynx y que tenía a tantos suspirando por él, no es como si yo fuese uno más, es decir, a mi me gustaba Michael y Ash se había ofrecido para ayudarme con él, no podía ser tan tan… caprichoso como para de pronto dar vueltas las cosas.


- ¿Hay algo que quieras saber? – preguntó quitando por fin sus ojos del libro y enfocándolos en mí, negué con la cabeza- ¿Puedes al menos sentarte derecho?

- ¿Para qué? No se harán mejor los ejercicios Solo porque esté bien sentado.- reclamé, sí, sabía que lo estaba fastidiando pero realmente estaba cansado, llevaba una hora estrujando mis neuronas luego de tener un día de escuela realmente agotador.

Parecía que Aslan me atravesaba con la mirada, se levantó desde el otro extremo de la sala –porque sí, se encontraba sentado al otro extremo, lejos de mí- y se acercó hasta mi mesa, inclinándose para revisar los ejercicios que acaba de hacer, apoyó sus manos y se enfocó en la hoja mientras fruncía el ceño en gesto de concentración. Aproveché entonces para observarle, sus pestañas grandes que enmarcaban un lindo par de ojos verdes sí había descubierto que lo que más me gustaba de él eran sus ojos, quizás porque era su parte más misteriosa e interesante y si los mirabas muy de cerca podías notar que entre ese verde habían pequeñas motitas de distintos colores.

- Oye, Ash

- ¿Uhm? – preguntó mientras tomaba un lápiz y rayaba algo en la hoja, aunque yo seguía mirando fijo su rostro.

- Jessica nos ha invitado a su fiesta este sábado, ¿iremos?

Arrugó más el ceño pero por segundos no dijo nada, parecía demasiado concentrado en mis ejercicios.

- Si tú quieres- respondió luego. Asentí. Lo cierto es que quería ir, pero no sabía muy bien cómo se me daría estar en una fiesta de novio con Ash desde que estábamos juntos el único lugar donde nos veía la gente era la escuela, y por otro lado, las fiestas de mí amiga Jessica eran algo así como grandes eventos sociales, asistía mucha gente, ¿y si hacía algo mal? a esas alturas Ash sabía que yo era especialista en atraer problemas, una cosa muy distinta era estar en la escuela con él y otra muy distinta era mostrarnos como "pareja normal" en una fiesta de instituto donde de seguro habría algo más que bebida en el ponche.

Miré a Ash, esperando que pensara mejor lo que yo le estaba diciendo.

- Tienes malos tres ejercicios.- dijo luego de unos segundos.- Estos de acá- los apunto, hice una mueca.- revísalos.

- Sí, jefe.- respondí irónico antes de arrebatarle el lápiz y volver a lo mío sin poder evitar cabrearme un poco, desde hacía días que Ash andaba así, esquivo, extraño, incluso tenía otra constatación más certera, parecía que aún estando cerca me evitaba, ¿por qué?

Tres mil millones de latidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora