Capítulo 17

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Sing me miró como si tuviese cuatro cabezas o tres ojos.

- ¿Ash te propuso la idea de ser novios y tú aceptaste? ¿Serás el novio ficticio de Aslan?

Cuando lo decía de esa forma sonaba bastante mal, de hecho sonaba como si yo estuviese aceptando liarme con el mismo diablo.

- ¡Eso es genial, Eiji!

- ¿Eh?

Sing me mostró una gran sonrisa. ¿Por qué se emocionaba con algo como eso? Conocía esa mirada en mi amigo, era la misma que tenía cuando trataba de meterme en alguna de sus locuras, la misma cuando trató de convencerme a ir a nuestra primera fiesta con chicos de invitados…

Por instinto me abracé a mis rodillas, tratando de hacer algo con mis piernas y no echarme a correr como un loco como quería justamente, ¿qué acababa de aceptar? Sí, era extraño, pero si Sing creía que todo era una maravillosa idea es porque entonces algo irremediablemente malo estaba encerrado en la misma, debía confesar que muy en el fondo estaba esperando que Sing se enfadara y me reprochara el aceptar algo tan loco como eso, incluso tuve la imagen mental de él obligándome a hablar con Callenreese para romper el pacto.

Pero claramente eso no pasaría, y tenía que asumir lo que acababa de acordar con Aslan hacía unas pocas horas. Física era la última clase del día por lo que todo eso de la farsa de ser novios no comenzaría hasta el día siguiente, lo único que había atinado a hacer había sido tomar a Sing apenas salió de la sala y correr con él lo más pronto posible hasta su casa. Y entre un té y pastelillos le había contado todo, había esperado cualquier reacción menos esa.

- ¡Eres el novio de Ash Lynx! ¿Sabes lo que eso significa, Eiji? – dijo emocionado, comenzaba a entender eso que decía Aslan sobre ser gritar.- ¡Eres el primero de todo el instituto con el que  Ash ha aceptado salir! ¡Se verán tan monos de la mano! ¡Oh dios mío! ¡Tengo que grabarlos!

Y con cada palabra yo me sentía más y más aterrado y en estado de shock.

- Serás la envidia de muchos, deberás arreglarte mejor, incluso los chicos comenzarán a verte más.

Un nudo se me hizo en el estómago ante el incesante monólogo de Sing, ¿Qué no se callaría nunca? Presentía que si seguía hablando el pánico lo invadiría por completo y lo primero que haría sería ir a ver a Aslan y decirle que desecharan la idea, que no podía hacerlo.

- Tendremos que hacer un plan para que desde mañana luzcas más radiante que nunca y…

- Sing.

- ¿Te parece que mañana aparezca muy temprano por tu casa?

- ¡Sing, para!

- ¿Qué? – ladeó la cabeza y masticó un pastelillo como si todo fuese lo más normal del mundo, como si yo no estuviese de pronto a punto de sufrir un colapso, estaba aterrado. ¿Cómo había aceptado tan fácil sin meditar mejor las cosas? Cierto, porque al parecer yo nunca pensaba lo suficiente y siempre terminaba en líos por ello. Quizás Aslan sí tenía razón, yo era demasiado ingenuo después de todo.

- No seremos novios de verdad- repliqué luego de unos segundos mientras jugaba con las tiritas de una colcha sobre la enorme cama de mi amigo.

- Eso ya lo dijiste.

- ¿Qué no entiendes? Él lo hace sólo para…

Tres mil millones de latidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora