Capítulo 14

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ASLAN

Bien, no podía parar de dar vueltas a lo que había pasado.

Había besado a Eiji Okumura.

Shorter había ganado la maldita apuesta a Alex

Okumura había golpeado mi nariz y ahora tenía ligeramente morada la zona de mi tabique y ojos.

Eran las dos de la mañana y no podía dormir recordando el maldito beso.

Estaba completamente jodido.

Me removí por milésima vez en la cama mirando hacia el techo de mi habitación en penumbras. Luego de haber ido a dejar a Eiji a su casa había vuelto a la mía, no habían pasado ni cinco minutos cuando Alex había mandado un mensaje pidiendo detalles para saber cómo era Eiji en la cama, el muy imbécil… e iba en serio, el jodido cabrón daba por hecho que me había llevado a la puta cama a mi compañero de baile. De pronto, más que joderme los huevos el que Alex apostase con Shorter algo como si besaba o no a Okumura, me molestaba el hecho que pensara que…

Olvídenlo, jamás lo entenderían.

Ni yo me entendía totalmente en este momento.

- Joder…

Me estaba comportando como un maldito puberto hormonal pensando en el beso dado horas atrás.

Vergüenza.

Pero era inevitable hacerlo, sobre todo porque había algo importante que considerar en todo el asunto: besar a Okumura me había gustado, y eso me tenía jodidamente cabreado y también lleno de una sensación de… emoción algo extraña; era como descubrir una nueva cosa interesante… un nuevo secreto en el que quería explorar.

Maldita la hora en que había nacido como un jodido curioso.

You make me feel like i'm living a teenage dream, the way you turn me on i can't sleep.

- Que demo...

Let's runaway and don't ever look back, don't ever look back.*(1)

Miré la hora del reloj de la mesita de noche, dos y veinte de la mañana y la casa retumbaba a causa de la música que venía precisamente de la pieza de Chris. ¿Qué había hecho para merecer la tortura de tener a Chris viviendo en mi propia casa?

- ¡Chris!- grité con todo lo que me dieron los pulmones, pero la maldita canción pop seguía retumbando en mis oídos, ni siquiera tenía buenos gustos musicales.- ¡Chris!- volví a gritar pero supe que era inútil, era otro de sus berrinches y formas de vengarse conmigo por no haber ido al baile con él, lo sabía, y es que durante toda la puta semana había estado tratando de joderme con cosas como esas, pero decididamente ya se estaba pasando.

Me levanté de un salto de la cama y me dirigí a paso rápido hasta su habitación, ni siquiera me di el tiempo de tocar y abrí la puerta así sin más, para encontrarme con una visión bastante inesperada: Chris, -sí, mi ex prometido y primo en segundo grado Chris.- besándose con un tío, en su cama acostados, él sin su ropa interior, a un lado, un polvo blanco bastante sospechoso.

No supe muy bien cómo pero un segundo me encontraba en la entrada de la habitación, y al siguiente estaba golpeando al sujeto en el rostro y tirándolo al piso de la habitación.

Tres mil millones de latidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora