Capítulo 19

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- Así que ¿te lo tirarás?

Miré a Alex y tuve ganas de pegarle una patada en los huevos y que se dejara de joder de una buena vez, estábamos en mi habitación, Alex volvía a estar en mi computador como siempre lo hacía cada vez que visitaba mi casa, una fijación por mantenerse en línea incluso cuando no estaba en casa, yo como era usual sobre mi cama, mirando la asquerosidad de programas de televisión, sin ánimos de dejar algún canal fijo.

Contarle a mis amigos la puta idea de tener un novio ficticio había sido una puta molestia, en primer lugar porque Bones saltó mirándome raro, "¿por qué tener uno ficticio si puedes tener uno real?" ¿En serio eran tan imbéciles? ¿Cuándo había querido yo tener un novio de verdad? ¿Cuándo había mostrado el más mínimo interés por enrollarme con alguien en algo serio? Lo bueno de todo esto con Eiji era precisamente eso, todo era una farsa, no tenía que soportar a alguien con complejos de lapa conmigo, no tenía que invitarlo a salir si no quería, él no tenía por qué venir a mi casa porque me extrañaba y no teníamos que llamarnos para controlarnos nada, y lo más importante de todo: al fin se me quitaría esa maldita "obsesión" por mi compañero de asiento, porque sí, lo aceptaba, estaba algo fijado en él, supuse que era por la sencilla razón de considerarlo en cierta forma tan fuera de mis límites, Eiji representaba todo aquello que yo nunca había considerado en una persona, era una especie de reto personal y medida a tomar para volver a ser un sujeto normal.

Luego de pasar tiempo con Eiji y besarlo cuantas veces quisiera se me quitaría ese extraño interés por él, sí, ese era el plan. Un par de semanas, un mes a lo mucho, y luego nos inventaríamos algo para separarnos, él de seguro se liaría al tal Michael –porque yo lo dejaría experto en eso de atraer chicos- y yo volvería a mi cómoda soltería. El plan perfecto.

Alex se volteó en la silla cruzando los brazos, como esperando mi respuesta. Giré el cojín entre mis manos.

- No sé- respondí, era la respuesta más sensata para darle al imbécil de Alex, si le decía que no, preguntaría por qué no, si le decía que sí comenzaría a hincharme las bolas sobre cuándo y cómo lo haría, como lo embaucaría y demás, porque Alex pensaba que sí estaba en mi plan tirarme a Eiji antes de acabar la farsa tendría que hacerlo antes de terminar todo.

- Lo tienes en la posición perfecta y tú te la piensas- bufó y rió al mismo tiempo- ¿En serio te la estás pensando cuando tienes el pase libre para venderle el cuento a ese chico y tenerlo en tu cama? Además, son novios ¿no? – comentó con una sonrisa que francamente era malévola. Rodé los ojos, no es que Alex tenía una forma muy personal de ver el mundo y al sexo.

Entonces sentí algo extraño, la verdad nunca se me había pasado por la cabeza hacer algo más allá que enseñarle a besar y esas cosas, pero ¿tirarme Eiji? corrección, ¿Siendo él todavía virgen? Había una delgada línea entre ser un cabrón como lo era y un maldito hijo de puta.

- No tengo el calendario de actividades que hacer con Eiji, Alex, por si es lo que te preguntas- respondí irónico y saliéndome por la tangente, entonces mi amigo rió y asintió.

- Tienes razón, en esas cosas siempre es mejor improvisar.- asentí.- ¿y? ¿Qué tal besa?

Me sentí incómodo ante la maldita pregunta, ¿qué le importaba a él cómo besaba Eiji?

- Tiene lo suyo- respondí nuevamente siendo evasivo, por suerte Alex parecía lo suficientemente entretenido en la computadora en ese momento como para captarlo del todo.

Tres mil millones de latidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora