Capítulo 26

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ASLAN

Supe que iba a ser un lunes de mierda apenas puse un pie en el instituto, las miradas, los murmullos y los comentarios no disimulados hicieron que deseara dar media vuelta y volver a casa, pero entonces recordé que quería ver a Eiji, al menos por su apariencia saber cómo estaba, porque tenía la leve impresión que no me hablaría, si algo podía reconocerle sin dudar era lo increíblemente cabezotas y orgulloso que era, tenía muy claro que si quería que volviese a hablarme debía hacer algo especialmente inteligente.

Mi culpa que aún no se me ocurriese nada sobre eso.

Estaba subiendo por la escalera cuando algunos alumnos me miraron como si fuese la mierda en sus zapatos.

Cierto que a ojos de todo yo era el chico que había engañado a Eiji Okumura el primer chico de la escuela en ser mi novio. Entré a la sala y prácticamente lancé la mochila sobre la mesa y me senté a esperar, no se me antojaba para nada andar deambulando por los pasillos, la gente comenzó a llegar y poco a poco la sala se llenó, Alex no apareció, supuse que con una nariz rota no se aparecería al menos en toda la semana, me alegré por ello, no tenía ganas de lidiar ni ver a ese imbécil. Shorter me saludó pero Bones solo pasó por el lado, ignorándome, me importó una mierda, si Bones quería ponerse de parte de Alex que lo hiciera, dos cabrones menos en mi diario vivir.

Sing entró y solo me dedicó una mirada disimulada, le respondí con algo así como un leve levantamiento de cejas pero nada más, en teoría el mejor amigo de Eiji tenía que odiarme, porque aunque no le hubiese tocado un pelo al idiota de la fiesta, ya no me interesaba dejarle en claro a nadie ese punto, que creyesen la mierda que quisieran, jamás me había importado lo que opinaran de mí, sólo me interesaba dejarle en claro las cosas a Eiji.

Era la única cosa que me importaba.

Y hablando de él, lo vi entrar a la sala e inconscientemente me tensé, desde que se había marchado de esa fiesta luego de dar por terminado todo me había pillado imaginando cómo demonios sería el momento de vernos de nuevo, pasó directo a su asiento a mi lado sin siquiera mirarme una vez, nada, apenas ocupó su silla llegó hasta a mi ese característico aroma a su shampoo, recordé la vez que se quedó dormido en el sillón de mi sala de estar y no me había podido resistir a tocar su cabello, era suave y olía bien.

La primera clase del día comenzó y era consciente de la mirada de todos en mi nuca, supuse que esperaban un show por parte nuestra, que Eiji me gritara o algo así, no niego que me hubiese gustado alguna reacción por parte de él, al menos sentir que seguía tomándome en cuenta para algo, pero Eiji solo alzaba el rostro para mirar al frente o a su cuaderno. Como nunca Eiji Okumura concentradísimo en una clase de matemáticas. Y así pasó el maldito día, salía apenas tocaban el timbre de los descansos y no tenía ánimos de llamarlo y ser ignorado, me quebraba la cabeza pensando en algo, de todas formas había tenido mucho tiempo para hacerlo ese día, no había compartido con nadie, Shorter y Bones se fueron juntos a comer y yo me las arreglé para fugarme a otro lado a comer solo.

Y fue la primera vez que me di cuenta que con apenas tres días separados lo extrañaba y mucho.

- Joder- masajeé mis sienes, era tan extraño verme a mí mismo en esa situación, por imbécil que sonara (ya comenzaba a relacionarme a mí mismo con ese término) no sabía qué mierda hacer para arreglar las cosas, nunca en mi vida me había interesado alguien al punto de tener que hacer mucho por atraerlo, sonaba soberbio y todo pero tenía que reconocer que jamás había movido demasiado para atraer a quién yo quisiera, claro que era consciente que la situación con Eiji era completamente distinta.

Tres mil millones de latidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora