Capítulo 21

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Había leído muchas veces sobre cómo era eso del primer beso, a veces  leía  reportajes donde te decían cómo ser un buen besador, lo había leído relatado en románticos libros o más aún, un montón de veces había visto la escena del beso entre los protagonistas de películas de amor, pero ninguna, repito, ninguna, habían logrado plasmar lo que estaba sintiendo yo en esos momentos, era adrenalina, era un picor en las manos, era un calor, era una sensación de… de…

No sabía lo que estaba haciendo, solo me dejaba llevar, por una vez en mi vida estaba dejando todo en manos del instinto, aún cuando Ash me había tomado por sorpresa con todo eso – que novedad- no había tenido tiempo de reaccionar a nada, mi cerebro había dado un giro en 180 grados y en cualquier momento desfallecería de la pura impresión. La lengua de Ash acariciaba la mía y todo era demasiado intenso para mí, sentía su calor, mis manos palpando el palpitar del pecho de él, su aroma.

De pronto el beso fue bajando de intensidad hasta detenerse, sentía mi pecho subir y bajar, no podía abrir aún los ojos, necesitaba recuperar mi ritmo cardiaco, la frente de Ash seguía pegada a la mía, casi podía imaginar sus ojos potentes mirándome fijamente. No podía aún sostenerme ni pensar con claridad, tenía suerte que él continuaba abrazándome de la cintura. Dios ¿Eso había sido un beso de verdad? Si así eran entonces me encontré pensando de lo mucho que me había perdido todo ese tiempo. ¿Era normal sentirse así de emocionado?

- Eiji.

- ¿Uhm? – pregunté aún con los ojos cerrados. Escuché una tenue risa burlona, aún así no quise salir de mi pequeño trance aún.

- ¿Estás bien? – podía sentir su aliento chocando con mi rostro, y es que seguíamos con las frentes chocando.

- Estoy… - ni siquiera sabía muy bien cómo responder eso sin quedar en completo ridículo frente a Ash. ¿Cómo explicarlo?

- ¿Podrías abrir los ojos, por favor? No se si estás hablando dormido o qué- soltó medio a broma y medio cabreado, supe reconocer su tono. Sonreí por inercia antes de abrir y observarlo.

- No podría haberme dormido, no después de ese beso- enrojecí y él adoptó una pose tan típica en él, soberbia, lo vi en sus ojos o al menos ya lo reconocí, me di cuenta que aunque fuese más lento en el proceso, ya comenzaba a conocer mejor a Ash.

Nos observamos unos segundos, solo entonces recordé que estábamos aún en la mitad de una acera, aún cuando no era de los sectores más transitados ya que estábamos en pleno barrio residencial, aún así sentí vergüenza. Casi por inercia di un paso hacia atrás, alejándome de Ash y su agarre en mi cintura, él se quedó de pie, observándome de pronto había dejado de sonreír y su ceño volvía a marcarse.

- ¿Qué? – preguntó de pronto en tono cabreado.

- Nada- enrojecí aún más.

- ¿Qué no te gustó? – soltó y si no fuera porque su recién aparecido –y viejamente conocido- ceño fruncido había formado parte de la función me hubiese echado a reír por lo idiota de su pregunta, ¿En serio podía pensar que algo como eso no iba a gustarme?

- No es eso- me apuré en añadir.

- ¿Entonces?

Suspiré y entendí un poco todo, en realidad desde que estábamos "juntos" Ash no había hecho más que ser gentil y preocupado conmigo, en la escuela era realmente como un chico que fuese novio de verdad, me acompañaba, se ofrecía a ayudarme a cargar libros y lo más importante, se había asegurado que ya nadie de la escuela se sintiera con el derecho de pasar por encima de mí lo cual agradecía, ¿y qué hacía yo? Me comportaba como un completo bruto, lo había golpeado y básicamente no había tratado en ningún momento de comportarme más como lo sería un chico que estaría de novio de Aslan, o lo más importante, como un chico que estuviese agradecido en cierta forma que él fuese así de gentil conmigo.

Tres mil millones de latidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora