Capítulo 22

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ASLAN

Oye, Ash

- ¿Uhm?

Ahí estábamos, echados sobre la alfombra, llevábamos casi toda la tarde en la sala de estar de mi casa, escuchando música y opinando sobre el último disco de The Strokes, era el primer día de Marzo y llevábamos ya dos semanas con la cosa de ser novios, Eiji había tenido ya dos conversaciones más con el idiota de Michael –aún no entendía eso de que a Eiji le atrajese un sujeto tan patético- y al parecer todo iba viento en popa, al menos para él porque en cuanto a mí...

- ¿Beso bien? Nunca me has dicho cómo lo hago.

Y por poco me atraganto con mi propia saliva al escucharlo hacer esa pregunta. ¿Qué no se daba cuenta que besaba endemoniadamente bien? Y ahí radicaba mi problema, llevaba una semana robándole besos a Eiji cada vez que se me antojaba y no se me quitaban las ganas de seguir haciéndolo.

Aún cuando el plan era que supuestamente mi interés por él pasaría.

No era así y eso me tenía cabreado, no podía explicarme a ciencia cierta qué mierda me pasaba y concluí que todo era por culpa de Alex con sus preguntas de mierda instalando en mi mente la idea nada buena de tener a Eiji en todos los sentidos posibles, no era suficiente para mí solo besarlo, quería tenerlo gimiendo de placer en mi cama.

Y eso jamás pasaría.

Y eso era lo más jodido de todo, no podía hacerlo, por la sencilla razón que me sentía... me sentía una mierda imaginando la situación, porque sabía que si me lo proponía podía embaucar a Eiji y tener lo que quería finalmente, pero algo amargo se sentía en mi boca al imaginarme actuando así con él, después de todo a Eiji le gustaba Michael, posiblemente terminaría en la cama con él si todo salía como el plan, aunque dudaba que ese idiota fuese a ser bueno en la cama, tenía toda la pinta de ser un tarado debilucho.

Lo que más me jodía de todo es que nunca antes había dudado en tirarme a un chico, o alguna chica, nunca, si había alguien que me gustase, iba, cazaba y ya, no era difícil para mí, no lo había sido, y si bien no es que me hubiese tirado a muchos, al menos no como Alex o Bones (que ese sí que nos llevaba la delantera a todos), me sentía bastante orgulloso con mi número 8, todos universitarios menos uno, último año de instituto, amigo de Alex. Quizás era más complicado porque Eiji era de mi edad, además era increíblemente inocente y preguntón y tenía esa increíble habilidad para hacerme sentir que a pesar de todo lo odioso que podía llegar a ser él era distinto, no podría hacerle algo así.

- ¿No vas a responderme? ¿Tan mal lo hago?

Salí de mi trance y volteé la cabeza, estaba sentado y me observaba con sus mirones ojos negros. Lo miré aún estando en el piso y no pude evitar sonreír, parecía como un alumno que espera la calificación de un profesor. Me reincorporé un poco quedando sentado en el piso igual que él, con la espalda apoyada en el sofá.

Me la pensé unos segundos antes de responder algo como eso, en si la situación era demasiado bizarra como para no pararse unos segundos a analizarlo, Eiji, sí, ese mismo chiquillo que por desgracia del destino había pasado a ser mi compañero de asiento quería saber si besaba bien ¿En qué minuto había pasado de ser una pequeña bestia desagradable a una chico bastante deseable?

- Lo haces bien- respondí luego de unos segundos. Serio y conciso, era lo mejor, aunque él pareció algo decepcionado.

- Bueno, aún nos queda algún tiempo para que yo mejore- comentó inocentemente, como si planteara el que el problema de los besos fuesen unos ejercicios de álgebra, aún cuando vi el leve tono rojizo en sus mejillas, ese al que ya comenzaba a familiarizarme.

Tres mil millones de latidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora