ASLAN
Lo gracioso de pasar tu rato con chicos tan extraños como Eiji es que aún cuando era un libro abierto para mí en cuanto a leer sus gestos y expresiones, nunca sabía con qué mierda de comentario o idea me iba a salir en cualquier momento, lo cual me desconcertaba un poco y a la vez me atraía, lo confesaba, a pesar de lo mucho que detestaba a la gran mayoría de las personas estaba acostumbrado a tratar con ellas, al menos con cierto tipo de ellas, ya saben, las precoces, audaces y que usan la boca para algo más que para hablar, pero con Eiji todo era distinto.
- ¿Por qué no me dijiste que Chris había vuelto a New York? – lo miré alzando una ceja al verlo llegar todo agitado y gritándome prácticamente la pregunta, esa era una de las cosas molestas de Eiji, hablaba demasiado fuerte, ¿qué acaso era sordo o qué?
Lo observé unos segundos, tenía el cabello disparado hacia todos lados, la camisa afuera del pantalón, las mejillas rojas y los ojos brillantes, parecía que se había corrido una maratón, aunque no dejaba de verse, lindo, ya saben, desde el estúpido baile había descubierto ese lado "atractivo" de Eiji y reconozco que más de una vez me pillé recordando esa figura, esas fuertes piernas, esa carita inocente y un trasero que...
Me fijé que mis ojos estaban demasiado abajo y subí hacia el rostro de él que para variar no se percató de mi ida de carril al observarlo, ¿por qué tenía que ser tan jodidamente despistado? Aunque eso en parte era bueno, para mí.
- ¿Y desde cuando te importa lo que le pase a mi primo? – pregunté levantándome del banquillo en medio del patio y quedando de pie frente a él, pareció turbado, sí, la manera en que sus ojos titubearon me lo dijo.
- Pero… ¿fue porque fui al baile contigo? ¿Él se marchó porque lo ignorabas?
Me reí. Ojala hubiese sido por eso y no por encontrarlo a punto de ser follado por un sujeto, además de verlo consumir ciertas sustancias ilegales con ese imbécil que por supuesto había recibido su merecido ese mismo lunes por parte de Alex y mía, se la pensaría dos veces ahora antes de meterse a hacer idioteces.
- ¿Y si hubiese sido por eso? ¿Te sentirías muy culpable de haber formado parte de esto, Okumura? – pregunté burlón, entonces ahí lo vi, otro de sus gestos típicos, su ceño fruncido y su rostro de ofendido.
- ¡Tú me obligaste a ir contigo!
Y ahí de nuevo con su escandalosa voz, aunque se veía gracioso apretando los puños y alzando su rostro hacia mí, de hecho tenía un excelente primer plano de sus ojos negros, su nariz pequeña y respingada y sus labios…
Alcé mi mano y le tapé la boca.
- ¿Sabes que te ayudaría a conseguir más citas, Eiji? Si dejaras de ser tan escandaloso.
Su ceño se arrugó más y por mucho que tratara de zafarse yo continuaba con mi mano en su boca.
- Si vas por ahí gritandole a todo el mundo van a pensar que estás de mal humor todo el tiempo y nadie va a intentar acercarse a ti.
Entonces comenzó a pestañear, y supe que estaba analizando mis palabras, ¿A Eiji le interesaba saber sobre cómo atraer a los chicos? Entonces recordé que le gustaba uno, y no supe por qué la noticia se me hizo tan desagradable.
¿Qué clase de sujeto atraía a Eiji? Saqué mi mano de su boca e inmediatamente recibí un empujón de parte de él.
- ¡No vuelvas a hacer eso!
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Tres mil millones de latidos
Roman d'amourEiji jamás ha logrado entender por qué el ceño de Aslan esta así de fruncido cada vez que lo mira... esperen, sólo la ha mirado fijamente dos veces en todos los años que llevan siendo compañeros... y pareciera que quiere asesinarlo con la mirada, ¿Q...