02; «Carnicera»

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¡A MI NO ME CULPES!

¡A MI NO ME CULPES!

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-Limpien esta mierda, rápido, rápido-Apuro a los empleados, mientras arrastraba el cuerpo de Gen

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-Limpien esta mierda, rápido, rápido-Apuro a los empleados, mientras arrastraba el cuerpo de Gen.

-No los apures, quieres?-Miro mal al entrometido de Zorman.

-¿Y a ti que?-Zorman suspiro-Mejor vete a cojer con tu noviecito, por cierto, no gimas tan duro, estúpido, no te da pena?-Sonrió burlón.

-¡Cállate ya!-Sus mejillas se tintearon de rojo, teniendo vergüenza.

-Yyy~-Se burló, saliendo de la habitación-¡RIVEEEERRRSSS!!-Gritó, esperando otro grito de respuesta.

-¿¡QUE QUIERES?!-Sonrió.

-¡TE ESPERO EN EL CUARTO DE TORTURAAA,TENGO QUE PEDIRTE ALLLGOOO!-Sabía que estaba ocupada con Ari, pero, aún así, trabajo era trabajo.

-¡ESTOY OCUPADA!

-¡VEN, PORFA! ¡ES URGENTEE!-Y sin más se metió al cuarto de tortura, dejado los cuerpos fríos en unas camillas de metal.

Unos minutos más y la puerta rechino al ser abierta.

-¿Que qui...eres..?-Una sonrisa apareció en su cara al ver los cuerpos sin vida de los hombres sobre las camillas-¡Ah! ¡Roberto, te quiero un chingo!-Lo abrazó.

-Ya se, todos me quieren-Ella solo bufó, separandose de el-Queria que me hicieras un favorcito

-Dime, dime

-¿Podrías enviar...los lindos ojos y...orejas a las familias de estos queridos hombres?-Preguntó, si, así sin más, como si fuera algo de lo más normal.

-¡Claro que sí!-Dió un brinco de la felicidad-¿Que más quieres que haga? ¿Mhh? ¿Podría darle de comer la lengua a los perros guardianes? ¡Dime, dime!

-Si, lo demás haces lo que quieras, solo encárgate de lo que te dije-Rivers lo empujó fuera de la sala de tortura.

-¡Que encantador! ¡Dios!-Sonrió, viendo con gusto aquellos cuerpos fríos-¿Los ojos? ¡Mhh! Que buen comienzo, si, si!-Abrío un gabinete y saco tijeras, navajas, cuchillos, clavos y tornillos de estos.

Su sonrisa era de aquella psicópata, disfrutaba aquello? ¡Sin duda! Era una maldita cruel.

"¡Carnicera!" Le decían, ¡Ja!, Solo se encargaba de darle a comer a sus queridos perros guardianes.

-A ver, a ver-Tomó la navaja-Espero no les moleste esto~-Murmuró divertida, empezando a cortar la carne de al rededor de los ojos de los tipos-...Mira que maravilla...bonitos ojos, no te preocupes, no te preocupes, tu familia los guardara bien! ¡Si, señor!

Siguió con aquel procedimiento, se puso guantes y con cuidado quitó en ojo de su puesto, viendo aquella especie de nervio, sin más, lo cortó, se quedó unos pocos minutos mirando la cuenca vacía; los nervios eran visibles, gracias al corte la sangre brotaba de las cuencas y resbalaba por las mejillas como lágrimas.

-¡Mira nomás!-Sonrió con orgullo-Soy toda una pinche experta ¡JAJAJA!

Tomo tres pequeñas cajas, en estas metió los ojos de los tipos.

Tomo su navaja, mirandola con deseo, el calor no tardó en invadirla un suave gemido placentero salió de sus rosados y carnosos labios expulsando el aire que al inhalar y exhalar se volvía aún más caliente.

-Sigamos-Acerco la navaja a la nuca de uno de los tres hombres, empezó a cortar está con cuidado, abriendo las capas de piel, una tras otra, la sangre cubría los guantes blancos y la navaja de operaciones dejando que la sangre, de colores apagados, saliera de allí, tomo el cuchillo, y con este, empezó a cortar las orejas.

Le encantaba hacer eso, sin duda.

Le dió la vuelta al cuerpo que empezaba a oler mal, lo dejo pasar.

La fría instalación la hacía sentirse bien, en el puto paraíso, ya que, le gustaba tal ambiente.

A pesar de ser una sala de tortura, esta era limpia, más de lo normal, olía rico, si, algo así como aroma a lavanda, de esto se encargaban las criadas.

Al quitar la otra oreja, dejo ambas en la primera caja.

-Bueno, una menos-Río.

Tomo con fuerza la navaja entre su delicada mano derecha, pasando está por la herida que tenía en el cuello aquel hombre.

-Mira tu...yo que quería hacer eso-Rodo sus ojos.

Rasgo la camisa de este mismo tipo, sonriendo, ¿En cuando saldrían todos sus órganos?

Oh, bueno, mala idea, estos ya no estaban funcionando..cierto, que tonta.

Aún así, sin cuidado, rasgo aquella parte, las capas de piel, algo putrefactas, se dejaron a la vista.

No sentía asco, todo lo contrario, una sonrisa se mantenía en su cara, sin duda, era una maldita psicópata.

Repitió este procedimiento de las orejas con los otros dos, al final, aquellas cajas las mando a Roberto.

-Hmmm...¡A ver, a ver!-Sonrió, botando aquellos guantes llenos de sangre cuagulada, seca y oscura, para colocarse otros nuevos y completamente blancos-¿Con que debería alimentar a mis perritos?-Preguntó, con malicia tomo la navaja, empezando a limpiar está con un pequeño trapo-¡Ya se! ¡A ellos les ayuda si se comen...mmm...¿Sus intestinos? ¡Nah! Es demasiado,...¡Mejor alguna parte de sus cuerpos! ¡Ah, ya se! ¡Una manita, ¿¡No?! ¡Sisi, una manita, dos manitas, tres manitas!-Río con gusto.

¡Mejor alguna parte de sus cuerpos! ¡Ah, ya se! ¡Una manita, ¿¡No?! ¡Sisi, una manita, dos manitas, tres manitas!-Río con gusto

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𝐃𝐎𝐌𝐀𝐃𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora