- yo a ti te guardo un gran rencor- suspiré.
- ¿ah?- el me miró, ladeando su cabeza.
- me venciste cuando ya tenía mi título del invencible- Murmuré, mirando la oficina. Una katana estaba en la pared de color roja, un color bastante llamativo.
- ah... creo recordarlo- el seguía con la mirada fija en los papeles- no lo sé, prácticamente no recuerdo mucho de mi pasado- comentó, a, qué bueno crack, me vale tres plastitias de kk.
- aok- me acerqué a la katana, acercando mi mano a esta.
- no la toques- habló el, yo lo miré.
- ¿O?
- no hay un "¿O?", simplemente NO la toques- hizo énfasis en el no, bueno, a mi eso me la rechupa.
- aok- suspiré, tirándome en el sillón. No tenía nada más que hacer así que me puse a contar ovejitas en mi cabeza, que grande Spreen.
- deja de decir "a ok"- murmuró.
- ya po- suspiré, mirándolo. Es un... tipo de estatura no tan grande, ojos grandes de color café, cabello castaños, grandes ojeras y unas pestañas algo largas, sus labios estaban mordidos, escasos de piel en ellos mismos, lo que indica que este wacho se los pasa mordiendo. De vestir casi siempre se va a lo ligero, nada extravagante pero nada que fuera muy simple. Por ejemplo, hoy usaba una polera que dejaba ver todas sus clavículas y sus hombros, también dentro de la polera llevaba otra blanca de tiras, ¿Me entienden? Es que no se explicar. Bue, también llevaba un pantalón negro con un bordado dorado de un Fénix y unas zapas blancas.
Buen outfit, ni parece que fuera un enfermo mental JAJAJAJAJAJ.
Que digo, como si yo estuviera muy sano.
- ¿Tenés hambre?- pregunté.
- no.
- genial, porque yo si- me aproxime a su escritorio, tomando el teléfono en este para llamar a las mucamas.- holaaa, ¿Me mandan un tarro de helado acá a la oficina? ¡Gracias!- sonreí.
- uh- - el puso sus ojos en blanco, solo reí.
- oye- el me miro- vi que hay una chica en una habitación, ¿Porque la tienen ahí?
- es aspirante a nueva recluta
- ni que esto fuera militarizado- el alzó sus hombros.
- no sé, así le hacemos desde siempre- respondió.
Bueno, que bueno.
La puerta fue tocada, ¡Eah, ya llegó mi helado!
Me aproximé a la puerta y la abrí, una mucama con mi tarro de helado estába ahí.
- gracias- tomé el tarro y cerré la puerta en su cara.
- no trates así a las mucamas, imbécil- el me miró con el ceño fruncido.
- ¡Deja! ¡Ahora todo lo que hago esta mal!- me queje tirándome de nuevo al sofá.
- pues cuestiona un poco mas tus acciones, nene de papi- se burló.
Maldito, y yo que quería llevarme bien con el.
- no me digas así- pedí seriamente, el se carcajeó.
- ¿Porque? Solo acepta que eres un mimado- fruncí mi ceño.
- maldito, ojalá supieras lo que tuve que pasar- murmure.
- ya lo sé, Iván, me se cada rincón de tu vida- su tono era... era... era...
- ¿Quieres esto?- la pregunta de mi padrastro llegó a mis oídos.
- no
- ohwww- suspiró el.
- déjalo, Veg, este niño es un malcriado y lo vas a volver un niño mimado- mi madre hablaba con tono de asco.
Asco.
De mi propia madre.
- es apenas un nene, Hanah, déjalo ser- bufo el mayor.
- no, es un mimado de mierda- discutió ella.
-Pero, Hanah...
Al final de cuentas ella tenía razón, solo soy un mimado de mierda.
Porque no dudé en oponerme cuando Carre me dijo que no, porque no dudé en decir "¡Lo haremos, si o si!" Al momento de invadir un territorio jodidamente peligroso como lo era el de los Fénix.
Después de todo, fue ella quien me dio a luz, fue ella quien me crío, quién me conoce aún mejor que yo mismo.
📍- olaaa. *Insertar traumas.pdx.archive*Dato que te puede hacer sentir mejor (o peor): Vegetta le compraba, a escondidas, peluches a Spreen y su hermanito.
Creo que desde este capítulo no nos vemos si no hasta la próxima semana, bay bay.