18; «Plan»

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— ¿Y?

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— ¿Y?

— normal, señor, no es la gran cosa, se lo puedo jurar— dijo la fémina mientras miraba la habitación la cual estaba a oscuras.

— ¿Ah, si? ¿Y que tal el supuesto plan?— habló alguien en su oído, haciendola chillar.

— ellos quieren salir de aquí, ¡están tramando algo para hacer un tipo de atentado y quieren que yo les ayude robando armas!— expuso todo el plan, Juan sonrió.

— ¿Ya ves que es fácil colaborar, Paracetamol?— le preguntó con una sonrisa, ella asintió.— así te ahorras tu muerte, porque aquí detestamos a los traidores

— Mi rey— lo llamó Cein.

— ¿Qué?

— en el teléfono, lo solicitan

uhg...

— ¿Quien mierda es tan importante para interrumpir mi puta conversación?— preguntó al teléfono sin mirar siquiera el nombre de quién lo llamaba

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— ¿Quien mierda es tan importante para interrumpir mi puta conversación?— preguntó al teléfono sin mirar siquiera el nombre de quién lo llamaba.

— calma fiera— río quien estaba del otro lado.

— ah, eres tú, ¿Que quieres, Cuervo?

— me informaron que no hiciste bien el trabajo que te pedí— Juan frunció su ceño.

— ¿Y piensas creerlo?— escuchó silencio y suspiró— bueno, esa chica me llamó la atención, nomás— bufó.

— debías matarla, te pagué como se debía

— que mal— murmura antes de colgar y tirarse en su silla— ñiñiñi ñiñiñi, Cein— llama al chico quien rápidamente lo mira— dile a Iván que venga

— entendido— susurra antes de salir de la oficina, caminó tranquilamente hacía el pasillo de las habitaciones en donde estaban aquellos novatos y tocó la puerta en donde dormía aquel argentino.

— ¿Qué?— pregunta el de cabellos negros con una cara de molestia, Cein metió sus manos en sus bolsillos.

— te manda a llamar el rey— avisó girando sobre sus talones— no tardes.

— okey— susurró cerrando la puerta, Cein caminó hacia la enfermería. Minutos después Iván estaba listo y emprendió camino a la oficina de Juan.

Al llegar a esta no tocó y simplemente la abrió, encontrándose con el castaño quien sonrió.

— que bien que llegas, tengo que hablar contigo

— ¿Sobre que?

— sobre tu estúpido e inútil plan— su sonrisa se hizo más grande.

— ¿De que... Hablas?— preguntó en un susurro y Juan río divertido mientras palmeaba su regazo, no le quedó de otra que ir con el y sentarse en el mismo.

— ¿Crees que no lo sé?— en un rápido movimiento Juan tomó su mandíbula— ¿Me viste cara de tonto? ¿Ah? ¿De verdad crees que te vas a salvar de mi tan fácilmente? ¡Já! Me escuchas bien, porque no tú ni tus amigos van a salir de aquí antes de que yo tenga todo lo tuyo... ¿Me entiendes?

— s-si

— pues que genial, porque tú mismo los traicionaras... ¡Oh, menos a esa chica! Ella si me es leal— río soltando su mandíbula.

— entendido...

— ni una palabra a nadie, o el muerto serás tu

— todo va bien, Paracetamol ya tiene varias armas en su poder y yo ando escaneado toda la cede

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— todo va bien, Paracetamol ya tiene varias armas en su poder y yo ando escaneado toda la cede

— oh, pues genial— responde mientras se recostaba sobre la mesa.

— ¿Que te apachurra?— le preguntó su mejor amigo.

— no sé, se siente feo— río.

— ¿Que se siente feo?

— no sé, pero siento que hice algo que no debía— alzó sus hombros.

— nah, todo en esta vida pasa por algo, Iván, no hay porque arrepentirse— le sonrió Robleis.

— supongo

— llegué— los saludó la de gorro de pato.

— te tardaste mucho, ¿cómo fue todo?

— se la han comido entera— dice con emoción y los tres rieron.

— genial...— susurró Iván.

— ¿No estás feliz? ¡Es un avance para nuestro plan de escape!

— ¿Y si yo no quiero irme?— la pregunta dejo atónitos a sus amigos y aquella chica.

— ¿De que... de que hablas?

— tal vez si lo pido... Juan los deja ir a cambio de darle la ubicación de la casa de Alex..— murmuró.

— claro que no, tu te irás con nosotros porque te lo prometimos te seguiremos hasta el infierno.

— ustedes... Deben tener una vida, adoptar a unos pequeños niños como lo planearon en el pasado— les recordó.

— pero te dijimos que queríamos que estuvieras allí.

— ¿Que es mejor? ¿Algo o nada?

— si ese algo es dejarte, no quiero nada— siguió discutiendo Rodrigo.

— maldita sea Rodrigo, ¡Cómo te detesto!— con su palma golpeó la mesa.

— ¡Tu no me detestas, solo intentas convencerte para dejarnos atrás!

— ¡¿Y eso que?! ¡Ustedes deben ser felices, no importó yo!

— ¡Cállate ya, ¿¡Quieres?!— el más bajo tomó su suéter, jalandolo con fuerza y violencia— ¡Deja de pensar estupideces, idiota! ¡No nos iremos de aquí sin ti, eres el jefe! Sin ti, nuestra vida no tiene sentido

— Te odio.

𝐃𝐎𝐌𝐀𝐃𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora