— Drako, ¿Que tal fue la prueba de los novatos? — el de ojos cafés está sentado en la cabeza de la mesa, Roberto y Abril se encuentran a sus costados y en el otro extremo de la mesa está, finalmente, Spreen.
— como casi todas las demás; mal. Todos murieron a excepción de una chica y los dos Intermedios— responde el anteriormente llamado, Juan suspira frustrado.
— está mierda ya no me está gustando, cada vez mueren y mueren, vienen así desde hace meses
-—¿De... de donde vienen, originalmente, esos novatos?— se atreve a preguntar quién está al otro extremo de la mesa.
— lo mas probable es que de otras organizaciones, algunos están aquí porque creen que es divertido desobedecer a sus padres y hacerse los "pandilleros"— explica Rivers, haciendo comillas con sus dedos— cuando claramente nosotros somos una organización criminal.
— ahm...— el pelinegro carraspeó su garganta, preparándose para lo que iba a decir- tal vez... el entrenamiento debería ser más... ¿estricto?— propone.
— estoy de acuerdo— murmura Zorman viendo la tableta en sus manos.— a pesar de que damos un buen entrenamiento siento que este debería ser más exigente, gente experta que tenga roles encargados. Por ejemplo, francotiradores, gatilleros, conductores, inteligencia, etcétera— con cuidado pasa la tableta a su jefe quien la analiza por varios minutos de silencio.
— ¿Que? ¿No era eso lo que hacían desde un principio? — Zorman se congela por unos segundos antes de negar con su cabeza.
— no... mi rey, como... usted nunca ha estado interesado en... nada..
— uhm... si, si, tienes razón. Encárgate de eso.— dice antes de empezar a comer.
Todos empezaron a comer en un silencio sepulcral e incómodo, que hacía que el pelinegro quisiera salir corriendo a vomitar de los nervios.
A pesar de que estaba comiendo sentía la necesidad de buscar más comida y ahogarse con ella, devorar tarros enteros de helado o Nutella era una buena opción.
— ¡Señorito! ¡Porfavor ahora no, el señor G está comiendo!— el grito de una de las mucamas se hace presente.
Spreen siente curiosidad.
— ¡¿Ah!? ¡Déjame, déjame!— la voz de un niño pequeño discutiendo con la mucama hace que la curiosidad aumente.
Un pequeño niño de ojos negros y cabello, aparentemente, pintado de azul aparece en la sala, corriendo hacia la cabeza de la mesa en donde se encontraba el dichoso señor G.
— ¿Que pasa, araña?— la pregunta viene por parte de Abril quien mira al niño con una sonrisa. Lo que sorprendió a Spreen fue ver qué a quien buscaba aquel niño no le prestó la más mínima atención, pues Guarnizo seguía comiendo en total silencio y sin mirar al pequeño.
— se han acabado mis chocolates, tía— responde haciendo un puchero. ¿Tía? ¿Acaso aquel niño era hijo de Guarnizo?
— mandaremos a comprar más, vete ya— dice por fin el castaño.
— ¡Genial, muchas gracias!— agradece el pequeño antes de salir corriendo. Spreen tiene tanta curiosidad pero no es capaz de preguntar.
— por si te lo preguntas, no, no es mi hijo— el castaño y el pelinegro conectan miradas.
— okey— susurra para seguir comiendo.
Quería escapar de esa cena tan seria y silenciosa que le causaba escalofríos y vómito.
★. .★
¡Al fin! Aquel tortuoso almuerzo había acabado y el pelinegro se encontraba camino al jardín de aquella mansión, si bien no lo dejaban aventurarse más allá de lo superficial el disfrutaba el jardín. Sentía que este era un medio de escape de aquello por lo que estaba pasando, pues no hay que olvidar que el está secuestrado junto a sus compañeros.
Las flores son como adicciones que pueden sacarlo de este mundo tan tortuoso en el que estaba metido, se acuesta entre ellas y cierra los ojos esperando salir de la órbita de la tierra a otro mundo, a un lugar desconocido en donde pueda ser el y disfrutar de la vida con sus seres queridos sin pensar que alguien podría estar tras el con intensiones de asesinarlo.
— ¡hola, señor!— una voz chillona llega a sus oídos, sacandolo de su linda fantasía.
— ¿Huh?— abre los ojos encontradose con la figura de aquel niño pequeño que horas atrás había visto, su cabello azul brillaba aún más con el sol.— ¿Que quieres, niño?
— pues que está aquí solito, ¿no le entristece eso?— pregunta con cierta curiosidad— ¡Yo no soportaría estar solo!— el pequeño cubre sus ojos con sus pequeñas y delgadas manos al imaginarse aquel escenario.
— ¿porque no podrías?— trata de evitar aquella pregunta, consiguiéndolo.
— pues... Ah.. ¡No me imagino una vida sin Juan, Ari, Roberto, Zorman, Drako o cualquiera de aquí! ¿sabe? Ellos son mi salvación, algo así como mi lugar seguro— el pequeño esboza una linda sonrisa en sus delgados y rosados labios.
— ¿Tú salvación? ¿Porque?
— ¡ellos me salvaron de ser traficado!— responde con tanta normalidad, los músculos de Iván se tensan ante tal declaración. Era claro que este mundo no es considerado ni con los seres más puros, es cierto que la gente es tan abominable como despreciable hasta tal punto de quitar inocencia a seres que no tienen culpa.
Todo eso es cierto, en el mundo la gente es tan espantosa que siente que su estómago se retuerce y su boca empieza a generar más saliva de lo normal, avisando de sus ganas de vomitar.
— entiendo...— susurra al pequeño quién estaba sentado a su lado— y... ¿cómo te llamas?
— ¡no lo sé, pero papá me dice Ollie!— una inocente sonrisa por parte del pequeño hace que las ganas de vomitar del pelinegro aumenten— aunque me dicen araña, puerco y demás— genial, Iván sintió el ácido quemar su garganta. Se levantó rápidamente alejándose del niño y se fue a un lugar del jardín a vomitar.
¿Cómo puede ser este niño tan inocente y puro? Piensa el pelinegro al momento de dejarse caer entre las flores de colores en las cuales reinan las amarillas y las rosas, en el fondo de aquel jardín tan bien cuidado habían flores marchitándose. Flores que ya no tenían ningún tipo de salvación.
Flores qué apenas empiezan a florecer en un lugar tóxico y lleno de asquerosidades, flores qué son brillantes y olorosas, flores qué pronto serán tristes y mounstrosas.
Hola ^^ *como si no estuviera traumando a todos mis personajes más de lo que ya lo había hecho*.