Carla
—Deténganse aquí por favor.
El chofer asintió y aparco el auto a un lado de la avenida. Suspire, tomando con fuerza mi café de vaso descartable y me baje del coche, reprimiendo algunos insultos por la helada mañana golpeando en mis piernas desnudas. Mala idea salir molesta de la casa y con un vestido tan corto. Nota mental para un futuro Carla: echar al imbécil de Isaac a la calle fría.
Ignore sus constantes llamadas apagando el móvil y camine lentamente hacia mi tienda favorita de libros. No me ha quedado de otra. Hoy es el día del estreno de unos de sus libros y por primera vez no me ha dejado ser partícipe de nada. La excusa de Isaac fue que ya me encontraba con mucho trabajo. Eso es...joder, si es verdad, pero son sus libros y siempre me hecho un lugar para trabajar a su lado.
Sin embargo, mi lado oscuro me quiere hacer creer que mis ediciones le han dejado de gustar y por eso mismo se creó un grupo de trabajo privado. Me alegra ver a un Isaac más suelto y confiando sus obras a otras nuevas personas, pero mis tontos celos no me han dejado de torturar con esa nueva editora joven, sonriente y fiel seguidora de Isaac. En mi mente ella ingreso a la empresa solamente para conquistar a mi apuesto novio, y no le juzgaría, Isaac es perfecto y mío. De igual manera esa novata me quito el puesto de editar el libro de mi propio novio.
Antes de ingresar a la tienda arroje el vaso descartable en un cesto de basura y aleje todos esos horribles pensamientos. Una vez que me adentre a la librería, con lo primero que me encontré fue con ese exquisito olor a libros nuevos y viejos. Un grupo de adolescentes molestos y revolucionados pasaron casi correteando por mi lado en dirección a los nuevos estrenos. Y ahí estaba ese maldito libro, con ese estupendo título y con el nombre de Isaac en letras grandes.
El enojo que venía cargando desde hace un par de cuadras se esfumaron y me acerque a los estantes con una gran sonrisa, tomando un libro desde lo alto sin molestar a los jóvenes que no dejaban de chillar sobre algunos capítulos. Trate de ignórales, ya que no me emociona demasiado que cuenten las cosas que aún no he leído y que por culpa del misterio de Isaac no se me ha dado la oportunidad, pero sus gritos eran demasiados notorios, haciendo que alguna mala cara se me escape hacia ellos.
— ¡Le propuso casamiento! — chillo una niña a pocos centímetros de mí.
Me gire para mirarle con la peor de mis caras. Ella al notarlo se ruborizo y se escondió detrás de su libro, murmurando varias disculpas.
Deje mi espalda reposar en la pared del lugar y abrí el libro, encontrándome con el nombre de esa editora en la primer página. Los celos volvieron a apoderarse de mí y una punzada de dolor viajo directo a mi corazón, recordando las risas y felicidad de Isaac al escribir ese libro junto a ella.
A lo mejor estoy exagerándolo todo. Y tal vez salir de ese modo de la casa, sin dejarle a Isaac explicarme el motivo de tanto misterio no fue demasiado maduro de mi parte. Pero también él lo sabe. No me gustan los secretos, especialmente cuando él los esconde.
Sacudí mi cabeza alejando cualquier pensamiento negativo y me centre en el libro que se encontraba sobre mis manos. En estos momentos ya no interesa esa editora, ni mi celos y ni los misterios de mi novio. Ahora me interesa el libro de Isaac, mi novio talentosísimo, el cual tiene una obsesión en dedicarme cada una de sus obras.
Pase las paginas apresuradamente, ignorando el nombre de la editora y fui directo a la dedicatoria, sonriendo cuando leí mi nombre en él. Lo volvió a hacer. El me sigue amando con la misma intensidad de siempre.
La sonrisa dibujada en mi rostro se esfumo rápidamente y el ruido seco del libro cayendo sobre el suelo despertó la curiosidad de las personas que se hallaban a mí alrededor, acercándose para preguntarme si me encontraba bien. Negué como pude y volví a tomar el libro, prestando atención a la dedicatoria, ya que lo acaban de leer mis ojos no puede ser real. El no...no ha dicho nada sobre eso...
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Enamórate de alguien más
RomanceIsaac conoció el dolor de un primer corazón roto. Decidido a dejar todo atrás, se instaló en otro país y se prometió comenzar una nueva vida, alejado de los riesgos de enamorarse y sufrir. Ese era su plan: estudiar la carrera de sus sueños, leer muc...