Capitulo 31: Enfrentamiento

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Carla

Dos semanas sin Isaac. No voy a mentirme, la primera semana fue horrible, la pase en cama con miles de pañuelos descartables a mí alrededor y una de sus camisetas olvidadas en la casa. La segunda semana fue diferente, no llore, mis emociones estaban concentradas en odiarle a él y a toda su familia.

De amor al odio, hay un solo paso dice mi nuevo amigo el simio. Si, esta última semana también fui víctima, de las llamadas que Isaac se quejaba tanto. Al principio pensaba que era un exagerado, eran sus amigos y le extrañaban, no debía quejarse por regalarle unas horas de su, para nada ocupada, vida. Hasta que experimente que es lo que Teo te marque todos los malditos días para pregúntate como te encuentras y varias preguntas más que hace que termines llorando. Lo bueno que no fui la única, el siempre detrás de la pantalla largaba unas lágrimas. Isaac le decía llorón y cuánta razón tenía.

Pero el día de hoy, decidí no pensar a Isaac en todo el día o por unas largas horas. La verdad es que no me veo con la suerte de borrarlo de mi cabeza tan pronto, cuando se las ingenia para aparecerse con cada detalle.

Una loca idea creció en mi cabeza, producto de hablar por teléfono con Ema. Su pregunta fue sencilla y dejo miles de dudas en mi cabeza. ¿Hace cuánto no vienes a España? esa pregunta le costó, para que tome el primer vuelo directo a ellos.

Me vino bien tomar esa loca idea, aproveche que estaban haciéndome la mudanza a otro edificio. Mi plan anterior, antes que todo se vaya a la mierda, era invadir la casa de Isaac hasta que mi nueva casa estuviese en condiciones. — No paso. — Y unas buenas vacaciones con amigas me las merezco, creo.

Hace un día que llegue a mi país. No tenía intenciones de quedarme en un hotel sola y tampoco volver a la casa a aguantar mis padres. Hay un cierto revuelo en su empresa, culpa de lo que hizo Amelia. Mis padres no estuvieron muy contentos al enterarse todo aquello, una parte por ella y la otra decepcionados de mí. Me lo merezco, lo sé.

Fui hospedada en casa de, como los apode estas veinticuatro horas, los gritones. Podría haber elegido la casa de mi prima y Alex, ellos dos no suelen andar de gritones y pesados, pero no, tenía que dejarme convencer por las estupideces de Teo. Así es, como termine aguantando las tontas peleas de Isabela y Teo, toda la puta noche. Pensé que con el tiempo, ese odio compartido que se traían, iba a desaparecer, al parecer con el tiempo se incrementa.

Sacando sus tontas peleas, me dan envidia. Esta mañana los escuche discutir por quien le tocaba lavar los platos sucios. — Así de tonta son sus peleas. — Sin embargo, las terminan riéndose. En un punto, son tantas incoherencias que se arrojan que así las finalizan, entre risas y besos.

Yo también quiero eso y con Isaac.

Estoy jodida y ya todos los sabemos, para que ocultar lo obvio.

Pero ahora me encuentro molesta con él, en realidad la palabra correcta seria herida. Él se encargó en dejar una nueva inseguridad dentro de mí, que me va a costar borrar con el tiempo. Lo entiendo, siempre lo supe, soy una chica difícil de tratar, llevo mis obsesiones al extremo y me gusta usar de títeres a las personas. Con él no fue así. En el momento que me di cuenta que estaba jodida por él, lo deje todo, olvidándome que todo esto iba a acabar con mis sueños y mis padres, tarde o temprano, iban a volver a insistirme con que haga algo productivo de mi vida. Pero estaba con Isaac y ya nada me importaba, ni mis padres ni su madre.

Y el, lo único que quería, era una compañera para su soledad. No más que eso.

Sus palabras siguen en mi cabeza, apareciendo a cada segundo que pienso que él, en algún momento, tal vez me quiso de la misma manera, pero ese quien podría estar enamorado de mí, logra ganarle a mis ganas de aferrarme al pasado.

Enamórate de alguien másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora