Suki
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Pasaron un par de días de por medio, en los que el chino no había dejado de textearle y llamar, ella como toda una heroína retenía los deseos de matar a alguien.
-¡Este tipo! –Chilló mirando la pantalla de su celular sentada en el borde de la piscina de la casa de Mark, mientras los demás nadábamos y jugábamos con una pelota de playa.
-¿Es Kun de nuevo? –Asintió de mala gana. Yuta soltó una carcajada.
-Que perseverante.-¡Nakamoto no te rías! –Pero ella también reía.
-Anda métete al agua y deja a Qian Kun, hablar con tu contestadora un rato.
-No, yo mejor no entro. –Pateó el agua, mirándola preocupada.
-¿Aún no sabes nadar? –Preguntó Mark con una sonrisa burlona.-Yo tampoco sé nadar y entré. Ven aquí. –Le hice un gesto con las manos. Negó.
-No te vas a ahogar, yo te ayudo. –Se ofreció Yuta, pero Taeyong ya tomaba sus manos.
-A ver, así.
-No, no, no, no quiero, no quiero.
-Pon tus pies en mis rodillas.
-Me voy a ahogar. –Lloriqueó. Que ternura esos dos. Hasta que por fin logró entrarla y los demás aplaudimos. Mark le puso un salvavidas alrededor de la cintura dejando un beso en su cabeza y ella comenzó a mover sus pies mientras Tae la guiaba en el agua. Parecía un padre enseñando a nadar a su hija.
-¿Quieres que te enseñe a nadar yo a ti? –Me sonrió Yuta.
-Okeeey, yo mejor me voy por ahí. –Mark te voy a matar.
-¿Es en serio? –Reí alzando una ceja.
-¿Por qué no? –Nadó hasta mí y puso sus manos en mi cintura. Sentí un escalofrío que me estremeció, aunque en el agua no fue evidente. De los presentes, el que menos ropa llevaba era él, con el torso denudo, los otros íbamos en shorts y camisetas. Su abdomen era bien definido, y yo intentaba recuperar la cordura.
-Taeyong no sujeta así a Azami.
-Ya, es que yo tengo otro método de enseñanza. –Lo susurró a mi oído y luego se apartó para mirarme. Su cabello goteaba sobre mis brazos, sin darme cuenta había colocado en su pecho las manos y lo tocaban peligrosamente. Nos quedamos viéndonos por al menos un minuto entero, hasta que la voz de la abuela nos llamó.
-¡Suki! ¡Azami! –Mi hermana enrojeció creando distancia con Tae, como si estuviese haciendo algo malo.
-Me tengo que ir. –Le dije a Yuta mirando a Gen, plantado, de brazos cruzados en la puerta del patio, con cara de pocos amigos.
-Nos vemos esta noche en mi casa entonces. –Volvió a susurrar, pero esta vez hice lo posible porque por apartarme.
-Hasta luego Yuta.- Ayudé a Azami a salir del agua y fuimos directo a nuestras casas. Pasé horas mirando mi armario, “algo que no sea tan formal” No sabía que ponerme, imaginé a mi hermanita tirándose de los pelos, porque casi siempre tenía más problemas que yo para eso. Pantalones negros rotos en las rodillas, zapatos de tacón alto, una camiseta marrón bastante sencilla de mangas cortas, por debajo de la cazadora también negra, de estreno. Trencé mi cabello y rellené las perforaciones en mis orejas con varios piercings que me parecieron encantadores. La hora de la salida se acercaba, fui por mi bolso y el teléfono, en el cual la lucecita azul que indicaba una notificación parpadeaba. Me dejé caer en el borde de la cama para mirar de que se trataba.
