Suki
•❅──────✧❅✦❅✧──────❅•
-¿¡Cómo que besaste a Taeyong!? –Chillé inaudiblemente cerrando la puerta de mi cuarto. Después de contarle lo que había sucedido con Yuta.
-Yo pensé que era Kun. –Se puso una mano en la frente. –Me voy a morir de la vergüenza, te lo juro.
-No, no, no, a ver, tú estabas borracha y seguro que él también, no pasa nada. –Le tomé la mano sentándome con los pies cruzados frente a ella. – ¿Dime, te gustó?
-N… no… -Bajó la cabeza y luego se lanzó hacia atrás. –Si me gustó, me encantó, casi me derrito, pensé que iba a explotar. –Comencé a reír aplaudiendo como loca.
-No te rías. –Me lanzó la almohada.
-Qué bonito, tu primer beso fue con Taeyong. Pero luego besaste a Kun y todo se fue al caño. –Solté molesta.
-Hermana… -Dijo seria. –Voy a salir con Kun.
-¿Qué? Espera, tu… ¿Estás loca? ¡Te gusta Taeyong!
-¡A mí no me gusta Taeyong, fue solo un beso! ¡Eso no significa nada!
-Lo haces por mi tía.
-No.
-Sí, lo haces por ella.-Me molesté de verdad con esto. –Sí que es por ella. ¿Cómo, en la vida, se te ocurre esto Azami? Tú no eres nada tonta. ¿Por qué lo haces?
-Creo que sí me gusta Kun. ¡Me gustó el beso con Tae porque pensé que era Kun!
-¡Es imposible que te pueda gustar Kun! ¡Es un machista!
-Taeyong se la pasa diciendo que soy muy joven para él, así que… ¡Qué más da!
-Mira, Taeyong te iba a llevar encima en el auto y te quería cuidar, mientras el idiota de Kun te abandonó.
-¡Me dejó con ustedes! Y por lo que me contaste tampoco fuiste muy amable con él.
-Amable mi trasero. Es un…
-Si dices una sola cosa más sobre él, considérate muerta.
-¡Es un gilipollas! –Se lanzó sobre mí, en la cama y comenzamos a manotearnos gritando.
-¡Cállate!
-¡No me voy a callar porque no tienes razón! –Con un poco de fuerza bastó para dejarla debajo de mí. Me tomó del cabello. – ¿A porque quieres seguir? –Agarré su cabello también.
-Auch. –Lloriqueó.
-¿¡Pero no ves que solo te haces daño a ti misma!? No seas estúpida.
-¡Suelta! –Me gritó.
-¡Suki cálmate! Azami se siente mal aún. –Gen me sacó de la cama y tuvo que golpear mis manos para que soltase su pelo. Ella comenzó a llorar.
-Me voy, perdón por molestar. -Agarró su chaqueta poniéndosela con las manos temblorosas.
-¡Lárgate si quieres, y puedes llorar lo que te dé la gana! ¡Tú no lloras sangre!
-¡Suki, cállate ya! –Me gritó mi hermano. – ¿Azami a dónde vas? ¡Oye! ¿Ya estás satisfecha? ¿No te bastó con lo de anoche, ahora también la golpeas? –Él también salió del cuarto y esta vez la que lloró fui yo.
-¿Cariño te peleaste con tu hermano?
-No mamá, me peleé con Azami y la golpeé y creo… que la perdí. –Me abrazó en el suelo, tratando de consolarme. La había cagado, lo sabía porque intenté llamarla y su teléfono estaba apagado. – ¡Mierda, que bestia fuiste! –Golpeé mi frente con la almohada. ¿Le habrán dolido mucho los tirones? Volví a llorar. Nunca había podido estar más de un día peleada de ella, y ya llevábamos una semana en esta pesadilla. No tenía idea alguna de cómo hacer para regresar a como estábamos antes, pero debía hacerlo.