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Azami:

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Me fui al baño unos cinco minutos y al regresar no encontré a Haechan, error mío por no decirle. No sabía en dónde estaba mi hermana, seguro con Yuta y ni la menor señal de Lucas, aunque corrí con suerte de no estar en un lugar desconocido, por lo menos era la casa de un amigo.

-¿Hola linda, vienes solita? –Preguntó un muchacho no mucho mayor que Haechan.

-Sí y no quiero compañía. –Zanjé. Mi cabeza comenzaba a latir fuertemente. Seguro me daría migraña. Entonces debía apresurarme y encontrar medicamentos, de lo contrario quedaría inmovilizada entre vómitos y el dolor fuerte en menos de quince minutos.

-Ay, tan bonita y con ese carácter.

-Si me disculpas… -Siseé sosteniéndome el puente de la nariz y cerrando los ojos. – …debo irme.

-¿Por qué, si es temprano? Anda hazme compañía un rato ¿Si? Siéntate conmigo y mis amigos. –Miré a unas cillas en dónde estaban sentados unos cuantos chicos.

-Mejor no, no me siento bien. –Comencé a tener sudores fríos.

-Estás pálida. ¿De verdad no vienes con nadie? Porque deberían llevarte a casa.

-Sí, soy amiga del que organizó la fiesta y todos mis amigos están dispersos por aquí.

-¿Quieres que te ayude a buscarlos?

-No…

-Sí, mejor sí, estás demasiado pálida. –Puso su mano en mi hombro y me ayudó sosteniendo una de las mías. – ¡Hendery cuídame el puesto o te mato! –Le gritó a uno. –Entonces eres amiga de Lucas. ¿Alguien más con quien pueda dejarte?

-Taeyong, Haechan, Mark… -Ya no aguantaba más el dolor, me estaba dejando tonta.

-¡Yangyang! –Reconocí la voz rápidamente.

-Ah, hola.

-No sabía que Azami y tú se conocían. –Me miró extrañado. –Tú te sientes mal. ¿Qué tienes?

-Johnny… -No me salían las palabras y mi estómago se encogió, luego se revolvió. Me puse la mano en la frente cerrando los ojos.

-Yo creo que le duele la cabeza. –Le dijo Yangyang.- ¿Por qué no la llevas a su casa?

-Sí, claro. Pero tengo que pedirle el auto a alguien.

-Toma. –Puso unas llaves en su mano. –No le digas a Ten que te lo presté yo, dile que fue Hendery.

-Claro, claro. Gracias hermano. –John me guió unos cuantos pasos, pero yo no veía absolutamente nada. Cuando comenzaba a dolerme así la cabeza perdía un 90% de visión, literalmente lo único que veía eran chispas oscuras, es equivalente al resultado de mirar una superficie de cristal en dónde está incidiendo el sol. – ¿Oye, puedes caminar? –Se inclinó para hablarme.

-Creo que sí, pero tengo una migraña horrible y no veo nada. –Me esforcé bastante para decirlo.

-¿Crees que vayas a desmayarte? –Negué.

-Puede que vomite.

-Vamos a tu casa.

De más está decir que el camino fue una completa tortura. Johnny tuvo que hacer un par de paradas hasta que por fin a la tercera solté todo lo que llevaba en el estómago. Para que volviera a subir en el auto tuvo que cargarme porque yo no daba más de mí. Luego tendría que agradecerle un montón, porque aunque no solíamos hablar tanto, se había comportado como un verdadero amigo aquella noche. También debía darle las gracias a Yangyang, que después de casi mandarlo a la mierda me había ayudado.

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