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Suki:

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Ayane nos invitó, a los chicos y a mí, a comer a su casa, solo estábamos allí Yuta, Taeyong y yo, por supuesto, porque esta noche, habría una lluvia de estrellas e iríamos a verla los cuatro juntos. Milagrosamente, le habían dado permiso a mi hermana. Me senté junto a Nakamoto, me sonrió y tomó mi mano bajo la mesa. Mi tía se sentó entre Azami y Taeyong. ¿Quién hace eso por Dios? Ella tenía ganas de matar a alguien y Yuta no paraba de reírse, estos dos de verdad se entendían a la perfección.

-Entonces tú eres Taeyong. -Habló por fin el padre. Mi amigo hizo un sonido al tiempo que asentía. -Mi hija habla bastante sobre ti. -Obviamente, si se nota al kilómetro que le gusta. ¿O era yo la única en notarlo? ¿Por qué Azami no se daba cuenta de que le gustaba Tae? Como sea, ella enrojeció.

-¿Le hablas a las personas sobre mí? -Preguntó divertido, hallando tierna la situación.

-Papá... -Lo regañó. -Este... -Volvió a dirigirse a Taeyong.

-Pásame la sal cuñada. -Hermano mayor Yuta al rescate. Mi prima se relajó y sonriendo le dio lo que pedía.

-¿Eres fotógrafo no? -Continuó el interrogatorio.-Porque me gustaría hacerme unas fotos con mi hija antes de irme, quisiera llevar una foto conmigo todo el tiempo para sentir que la tengo cerca. -Maldito idiota. Puse los ojos en blanco sin que nadie lo notase.

-Bueno, no hago ese tipo de fotografía. Yo hago fotos artísticas.

-¿Con artísticas te refieres a desnudos?
-¡Papá!-Miramos atentos esperando por la respuesta, hasta Azami se notaba interesada.

-Nunca he hecho fotos de desnudos, me parece interesante, pero creo que los desnudos son mejores si están en un lienzo. ¿No? -Todos los ojos se movieron hacia la única capaz de dibujar algo decente.

-Yo tampoco he hecho ningún dibujo así. Me gustan los rostros, es lo que más me inspira.

-Cuando yo era fotógrafo sí que hacía desnudos.

-Ay por Dios, no hablemos más de eso a la mesa. -Se quejó la más pequeña.

-Es algo normal, deja de verlo tan horrorizada, algún día alguien va a verte desnuda también, probablemente Kun...-El tema se hacía cada vez más raro, Tae estaba en silencio, significaba que se hallaba incómodo. Yuta puso una mano en mi muslo, lo acarició y me quedé viéndole extrañada mientras Ayane seguía hablando y alabando a su yerno a la fuerza; pellizcó la piel haciéndome saltar, removiendo cada cubierto y baso sobre la mesa. ¡Mierda! Todos me miraban.

-Un insecto acaba de picarme. -Excusé con nerviosismo. Él a duras penas contenía la risa.

-¿Mamá, dejaste las ventanas abiertas hasta muy tarde? Siempre es lo mismo, por eso se llena la casa de mosquitos y luego hay que andar esparciendo repelente a diestra y siniestra.- La abuela prefirió seguir comiendo a responder.

-Ya te vale. -Susurré a mi novio.

-Perdón, es que necesitaba sacarla del apuro.

-Vaya que tiene suerte con los hermanos que le han tocado. -Sonreí.-Pero no vuelvas a pellizcarme o te lo devuelvo.

-Vale.-Rió por lo bajo. Terminamos la cena con algo menos de tensión. Comenzamos a prepararnos para la noche que nos esperaba. Tomé mi bolso de pie en la sala con los otros dos chicos, escuchando la cháchara que le daba la madre mientras bajaban las escaleras.

-Usa el cinturón y no te separes de tu prima ni por un segundo. ¿Entiendes?

-Sí. -Mentía, hasta yo sabía que a ella no le gustaba estar entre parejas todo el tiempo.

PerfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora