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Azami

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Salí de la habitación con la ropa que se me había dispuesto para la sesión. Taeyong no estaba acostumbrado a hacer fotografías en su estudio, menos de esta forma y yo me encontraba muy nerviosa; ya me había tomado fotos antes, pero había sido en el parque, una cafetería, en una fiesta, en la tienda de tatuajes de Ten; y las que habían sido en su estudio todas eran espontáneas y prácticamente por diversión, pasábamos más tiempo diseñando las exposiciones que haciendo fotos en casa. Esta vez colaboraba con una revista y antes de traer una modelo profesional, decidió seleccionarme a mí. El caso era, que las fotos llevaban poca ropa, debían ser sexys por así decirlo. Intenté cuestionar su opinión en cuanto a mi cuerpo, pero no me dejó terminar, dijo que no debía sentirme insegura y allí estaba yo, desfilando frente a él en una lencería hermosa de color negro, que por cierto no iba muy bien de tamaño con mi escaso busto. Me senté con los pies cruzados en el área fotográfica, esperando por sus órdenes. Él me miró, se levantó y se fue a buscar algo.

-Quítate el sostén y ponte esto. -Dijo mientras me entregaba una blusa de tirantes de un juego de dormir, que era de seda, de color gris.

-¿Esto lo compraste tú? -Pregunté incrédula.

-No lo compré, venía con lo que traes puesto.

-Oh, ya veo. -Me gire e hice lo que me pidió delante de él. Probablemente no debí hacerlo, pero a veces hago las cosas solo porque sí y no me doy cuenta al instante. Me entregó un lienzo mediano, que podía sostener sobre mis piernas y un grafito.

-Ponte a dibujar. -Pidió. Comencé a hacerlo sin protestar y él sacó fotos de esa forma. Dibujé unos narcisos, siempre me habían parecido flores perfectas para un dibujo. -¿Puedes tumbarte boca arriba por favor? Así, ahora pon una mano sobre tu cabeza, la otra más bien a la altura del hombro. -Entrecerró los ojos. -Mira hacia allá. Señaló con amabilidad la pared. Entonces metió sus dedos en mi cabello acomodándolo en el suelo a su gusto. -Relájate. -Respiré profundamente. -Lo haces muy bien, ahora, cierra los ojos. -Sacó ese par de fotos, de rodillas sobre mi y luego me pidió que volviese a sentarme, me regó un poco el pelo y con sosiego deslizó uno de los tirantes de la blusa sobre él tatuaje de mi hombro, sus dedos me dejaban cálidas marcas invisibles sobre la piel. -No mires a la cámara ahora, mira al suelo. -Así lo hice y cuando tomó la foto se acercó para mostrármela. -Esta es muy buena. -Sonrió conforme con el trabajo. -¿Ves? Te dije que serías una modelo excelente. -Lo miré a los ojos, yo no sonreía, solo intentaba hallarle la lógica a la forma en que podía hablarme sin dudar y verme, sin que sus ojos temblasen una sola vez. Mi hombro seguía hormigueando por el ligero roce de sus dedos, y el tirante de la blusa, seguía fuera de su lugar. No pude eludir la mirada que se me escapó a sus labios, él seguía impasible, profundizando su respiración.

-¿Qué hora es? -Pregunté, pero en realidad no me interesaba saberlo, solo sentía la necesidad de ver sus labios moverse y escuchar la voz masculina que saldría de ellos.

-Las 6 y media, por lo menos. -Respondió y también miró mis labios. Yo me encontraba bajo una especie de hechizo de magia negra que me obligaba a quedarme estática. Se aproximó lento, dejando a su aliento tocar el mío. Por fin me besó. Probé sus labios ardientes como el magma, mi boca no había olvidado su primer beso, pero esta sensación era completamente distinta, me sentía segura, serena, sentía como si estuviese dándole un vistazo a mi hogar. Sus manos vagaron por mis brazos, casi haciendo resbalar el resto de la tela, sin conseguirlo completamente. Luego abrió las piernas dejándome entre ellas y volví a sentirme rara pegada a su pecho. Eran las seis treinta y yo segúa allí, besando a Taeyong, como si lo demás en el mundo no fuese tan importante, como si el tiempo fuese algo que se pudiese echarse atrás. Las seis y media... ¡Por Dios! Mi mamá estaría vuelta loca. Me separé brusca.

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