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Luego de comer ambas pasaron la tarde como cualquier otra pareja. Decidieron ir al cine donde vieron una comedia romántica y luego fueron de compras porque Lisa insistió en preparar la cena para ambas.

—Esto fue divertido—comentó Lisa con una gran sonrisa en su rostro. Habían caminado de regreso al departamento de la doctora y ambas llevaban una bolsa con comestibles en los brazos. Roseanne no estaba segura que fueran a comer todo lo que compraron, pero Lisa estuvo emocionada mientras elegía los comestibles y Roseanne simplemente no pudo decirle que no. 

—¿Comprar como si no hubiera un mañana?—preguntó divertida y Lisa rio. 

—¡Oh, mira!—dijo Lisa con sorpresa. Habían llegado al departamento y Lisa caminaba adelante por lo que Roseanne no sabía a lo que se refería—¡Es hermosa!— 

—¿De qué estás hablando?—preguntó Roseanne. Lisa se giró y le mostró una hermosa y larga pluma blanca. 

—¡Es enorme! ¿De qué ave será y por qué estaría en tu puerta?—preguntó Lisa curiosa. Roseanne tragó duro. Reconocería esa pluma en cualquier lado—¿Roseanne?—

Lisa miró a la mayor con preocupación. Roseanne observaba con atención la pluma en sus manos y no parecía haberla escuchado. 

—¿Roseanne?—repitió Lisa acercándose y acariciando suavemente su brazo. Esto hizo que Roseanne saliera de su trance y sonrió al notar la expresión preocupada de Lisa. 

—Oh, lo siento—dijo la doctora—Me perdí en mis pensamientos por un instante. Es una hermosa pluma ¿no?— 

—Si, lo es—comentó Lisa sin estar convencida de la respuesta de Roseanne. 

—Deberíamos entrar. Me siento hambrienta y quiero probar tu comida—comentó esta. Eso pareció hacer el truco porque Lisa sonrió y se mordió un labio. 

—No soy la mejor cocinera pero por lo general puedo arreglármelas cuando se trata de preparar algo sencillo—

—Lo que sea que prepares, estoy segura que no me decepcionará—comentó Roseanne abriendo la puerta para Lisa. Esta entró sin dudar y dejó la pluma sobre uno de los muebles de la doctora. Roseanne la siguió hasta la cocina donde comenzaron a sacar todo lo que habían comprado y pronto Lisa comenzó a preparar la cena para ambas. 


Roseanne contemplaba el techo mientras acariciaba distraídamente la espalda de Lisa, quien se encontraba durmiendo plácidamente acurrucada a su lado. Después de disfrutar de la cena y de un postre muy interesante sobre la encimera de la cocina, ambas se fueron a la cama. Roseanne sabía que no podía seguir postergando lo inevitable asique con mucho cuidado se levantó de la cama intentando no despertar a Lisa. Tras vestirse con lo primero que encontró, salió de la habitación cerrando la puerta tras ella y se dirigió a la salida del departamento no sin antes coger la pluma. 

El viento en la azotea era frío pero eso no parecía importarle a la doctora. Tomó la pluma con ambas manos y suspiró. 

—Gabriel—murmuró. 

—Ha pasado tiempo, Azrael—dijo una voz masculina a su espalda. Roseanne ni siquiera se inmutó puesto que lo estaba esperando. Se giró tranquilamente hasta quedar frente al recién llegado. Su hermano, como cualquier arcángel, era tan hermoso que parecía irreal. Su cabello rubio caía desordenado sobre sus ojos y una leve sonrisa se divisaba en la comisura de sus labios. 

—Al menos una década—respondió Roseanne. Para un humano una década podía parecer demasiado tiempo. Pero para Roseanne que tenía la eternidad por delante, era apenas un parpadeo—¿Por qué dejarías tu trabajo y vendrías a verme? ¿Acaso Padre tiene un mensaje para mí?— 

Until death do us apart (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora