—¡Cielos... Roseanne!—Lisa se estaba esforzando por ser silenciosa pero Roseanne no se lo estaba poniendo fácil. Ni siquiera estaba segura cómo las cosas habían llegado a este punto. En un minuto estaba caminando hacia su casillero aprovechando su descanso y al siguiente estaba siendo arrastrada a una de las habitaciones que ahora conocía perfectamente. Antes de darse cuenta de lo que estaba pasando, Roseanne la besó con devoción antes de apoyarla contra una pared, arrodillarse frente a ella y comenzar a bajar los pantalones de su uniforme hasta su tobillo.
—Tan caliente...húmeda... y deliciosa...—murmuró Roseanne entre sus piernas. Lisa sintió su lengua lamer y succionar su punto más sensible y mordió su labio inferior con fuerza intentando contener el gemido que quería escapar de sus labios. Apoyó su cabeza contra la pared disfrutando del placer que la doctora era capaz de provocarle.
Roseanne sostuvo una de las piernas de Lisa y la acomodó sobre su hombro para tener mejor acceso a ella. Sabía que Lisa se correría en cualquier minuto, sus paredes succionaban y temblaban alrededor de sus dedos. Lisa sostenía la nuca de Roseanne con firmeza con una de sus manos para evitar que la doctora rompiera el contacto y sus caderas se movían al ritmo de sus dedos.
—Mierda...mierda...mierda...—siseó Lisa sintiendo aquella presión en su bajo vientre. La experimentada lengua de Roseanne se movió con tal eficacia en los puntos correctos de la menor que Lisa arqueó su espalda cuando alcanzó su liberación.
Roseanne repartió dulces besos en sus muslos y se aseguró que Lisa pudiese mantenerse de pie por completo antes de levantarse. Lisa jadeaba intentando recuperar la respiración y sus mejillas estaban completamente ruborizadas.
—Tienes una mirada tan satisfecha... Y me encanta saber que fui yo quien la puso en tu rostro—comentó Roseanne antes de darle un dulce beso. Lisa pudo saborearse a sí misma en los labios de la doctora y volvió a sonrojarse.
—No puedo creer que hayas hecho esto en el hospital... de nuevo—puntualizó Lisa mientras acomodaba su ropa.
Hace tres días Roseanne había vuelto de su viaje a Oklahoma y en lugar de aprovechar los días libres que Donna le había otorgado, decidió volver de inmediato porque prefería pasar tiempo con Lisa en el hospital que no verla en absoluto. Sin embargo, Roseanne aprovechaba cualquier oportunidad que se le presentaba para tener algún encuentro íntimo con la futura enfermera. Los descansos de quince minutos se habían transformado en sus momentos favoritos del día y entre consultas a sus pacientes, buscaba espacios disponibles para pasar un rato íntimo con su novia.
—No te escuché quejarte hace un rato...—dijo Roseanne y luego sonrió de manera arrogante—Oh, espera. Sí que te escuché quejarte—
—¡Eres terrible!—se quejó Lisa empujándola con el hombro. Roseanne la sujetó de las muñecas y la atrajo hacia ella.
—No soy terrible. Sólo estoy loca por ti—
Lisa la miró con adoración y no pude evitar sonreír.
—Te amo, ángel—
—Y yo te amo a ti, nena—respondió Roseanne recibiendo con gusto el beso iniciado por Lisa. Era tierno y dulce al igual que ella.
—¿Crees que lograrás salir a tiempo para ver el juego de los Avs con papá y mamá?—le preguntó Lisa con entusiasmo. Roseanne sonrió al verla de esa manera. Los últimos días se había hecho una especie de rutina el salir y cenar junto a los padres de la menor. Los padres de Lisa querían conocer más a Roseanne mientras estuvieran en Denver y siempre tenían algún panorama preparado para ellas. Esta vez al parecer el plan era ver un juego de la NHL (National Hockey League).
ESTÁS LEYENDO
Until death do us apart (Chaelisa)
Fanfiction¿Qué pasaría si se abrazaran el amor y la muerte? ¿Moriría el amor? ¿O se enamoraría la muerte? Por cientos de años Roseanne ha vivido una vida monótona cumpliendo su deber tomando las almas de los humanos, aquellos seres a los que Roseanne no comp...