XV

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Roseanne sostenía su whisky con una mano mientras dejaba que la música relajara un poco sus músculos. The Church era un club en el centro de la ciudad bastante concurrido. Roseanne no pasó por alto lo irónico del lugar donde estaba. El club era una réplica exacta de una iglesia con excepción del altar, ya que en lugar de un altar había un dj y en lugar de filas de asientos había una pista de baile que permitía que acciones en absoluto santas ocurrieran. El primer piso sólo constaba de la pista de baile y dos barras largas a ambos costados. El segundo piso, en el cual se encontraba Roseanne, constaba de mesas y cómodos asientos blancos que permitían que las personas pudieran conversar en un ambiente más tranquilo. En una esquina había un pequeño bar y un par de meseras. La iluminación del segundo piso era tenue y provenía de pequeñas velas en el centro de cada mesa. Irónico, pensó nuevamente Roseanne mientras miraba fijamente el vitral que estaba justo frente a ella. Una escena que ella reconocería perfectamente se ilustraba en aquel vitral de hermosos colores. La expulsión de Lucifer. El momento en el que todo inició. O tal vez terminó. Roseanne ya no estaba segura. 

—¿Por qué mirar ese viejo vitral cuando hay cosas más interesantes para ver?—le preguntó una mesera que acababa de llevarle otro whisky a la mesa. Roseanne desvió la mirada para ver a la joven que la miraba como si estuviera lista para devorarla.

—Coincido con ella, Roseanne ¿No era ése el punto de salir esta noche?—le preguntó Jimin. Este estaba sentado a su lado con una hermosa pelirroja sentada en su regazo. 

—Supongo—dijo Roseanne y se encogió de hombros antes de terminar su primer whisky para entregarle el vaso vacío a la mesera. 

—Si decides dejar de sólo observar, no dudes en hacérmelo saber. Estaré en la barra—dijo la chica guiñándole un ojo antes de marcharse. Roseanne suspiró y le dio otro largo trago a su whisky. 

Se había dejado convencer por su hermano. Tal vez él tenía razón y todas esas extrañas ideas formándose en su cabeza con respecto a Lisa eran producto de la falta de sexo. Ciertamente había pasado más de un mes sin ningún encuentro que la ayudara a satisfacer las necesidades biológicas básicas de su cuerpo humano. Quizá luego de acostarse con alguien podría dejar de pensar tanto en Lisa porque no había otra explicación posible. 

—Vamos, Roseanne. Has rechazado al menos a tres chicas en la última hora ¿Realmente ninguna ha llamado tu atención?—preguntó Jimin arrugando el entrecejo. Parecía no importarle que la pelirroja en su regazo estuviese devorando su cuello. 

—Jimin, ya estoy aquí asique solo deja de ser un dolor en el trasero—se quejó Roseanne bebiendo más de su whisky. Antes que Jimin pudiese decir otra palabra, se puso de pie. 

—¿Adónde vas?— 

—¡Cielos! Al baño—repuso Roseanne. Si dijo algo más, Roseanne no lo escuchó. No pasó desapercibido para ella la manera en que las personas la miraron en cuanto comenzó a bajar las escaleras que la conducían al primer piso. No había puesto particular esfuerzo en su atuendo de esa noche. Una sudadera ajustada, unos shorts muy cortos y unas botas negras hasta la rodilla pero sabía que lucía bien. Su chaqueta de cuero fue olvidada en el segundo piso en su intento por escapar de su hermano. No que la necesitara porque el lugar en sí era lo suficiente caluroso. Se hizo paso hacia una de las barras del primer piso y esperó unos minutos antes de pedir un whisky que le fue entregado casi de inmediato cuando una de las chicas le dio una buena mirada. 

—¿Estás sola?—escuchó que una voz femenina le preguntaba. Cuando se giró no le desagradó en absoluto lo que vio. La mujer era casi tan alta como ella, cabello castaño y una figura increíble que se acentuaba en el corto vestido negro que usaba. Sus labios rojos eran llamativos pero no tanto como sus ojos rasgados. 

Until death do us apart (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora