XI

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Lisa había ignorado por completo a Roseanne. En cuanto la doctora se acercaba a ella, Lisa caminaba en dirección opuesta, lo cual la irritaba considerablemente. 

Roseanne no entendía el malestar de la joven practicante y seguía creyendo que la chica sufría de algún trastorno de personalidad. Pasó su tarde siendo seguida por las otras practicantes mientras les enseñaba algunos procedimientos básicos. Ninguna eran tan interesante como Lisa, a su parecer, pero al menos todas eran chicas talentosas. Incluso las dos que le parecieron menos prometedoras desde el inicio, Yuqi y Yuna, parecían esforzarse por aprender rápidamente. 

—Park—escuchó la doctora que la llamaban. Cuando se giró se encontró con Dave caminando hacia ella con una gran sonrisa en el rostro—Gracias por enviarme a esa ayudante. Ha sido muy divertido— 

—¿Enviarte a un ayudante?—preguntó Roseanne confundida. 

—Lisa. La practicante—explicó Dave—Ella dijo que tú la enviaste a ayudarme. Y ha sido de gran ayuda. Además es divertidísima— 

—¿Lo es?—preguntó Roseanne arrugando el entrecejo. Las veces que compartieron juntas, Lisa nunca mostró ese lado divertido. Al contrario, parecía muy introvertida. 

—Lo es—le aseguró Dave—Escucha, quería hacerte una pregunta porque probablemente tú sabes más del tema que yo...— 

Roseanne arrugó el entrecejo confundida pero le prestó toda su atención. 

—De acuerdo—lo animó a seguir. 

—¿Sabes si hay alguna regla que prohíba salir con practicantes?—preguntó directamente—Nunca había estado interesado en las practicantes porque parecen mucho trabajo, pero Lisa... es distinta—

Roseanne lo miró impasible unos segundos y luego entrecerró los ojos. 

—Dave ¿No se supone que estás casado?—le preguntó la doctora. 

—¿Tu punto?— 

—¿No se supone que hay un compromiso sobre la fidelidad?—

—Oh, vamos Park. Todos saben que ese compromiso sólo existe para que suene bonito—dijo Dave divertido. 

—¿Y no amas a tu esposa?—preguntó Roseanne. 

—¡Claro que sí! Una cosa no tiene nada que ver con la otra, Park—dijo Dave con exasperación—¿Entonces sobre la regla? ¿Puedo salir con ella sin arriesgar mi trabajo?— 

Roseanne contempló por unos segundos al doctor frente a ella. No sabía si el desagrada se reflejaba en su rostro pero lo sentía. Un profundo desagrado hacia ese sujeto. 

—No, no puedes—dijo sin siquiera pensarlo. 

—¿En serio? ¿Realmente existe esa regla? ¡Oh, demonios!—dijo Dave abatido—¿Estás completamente segura?— 

—Dave, eres un imbécil que actúa como si estuviera en celo. Contrólate y ten un poco de respeto por tu esposa—dijo Roseanne con enfado antes de girarse y volver a atender a su próximo paciente, dejando a un atónito Dave de pie en el lugar. 

Roseanne estuvo de mal humor por los siguientes veinte minutos aunque no estaba segura del motivo. Sin embargo, no podía dejar de pensar en lo poco que le gustaba la idea de Dave y Lisa. Desde su conversación con el doctor no había podido dejar de seguir con la mirada a Lisa y sentía un malestar en el estómago cuando la veía reír y hablar animadamente con Dave mientras atendían a algún paciente ¡Ridículo! 

—Bien chicas, eso es todo por hoy. Terminaremos antes porque la lluvia empeorará y quiero que lleguen a casa sanas y salvo—le dijo Roseanne a las practicantes. Todas agradecieron y se encaminaron hacia los vestuarios para cambiarse de ropa. Dos de ellas se acercaron a Lisa para informarle que podían marcharse y Lisa observó con curiosidad a Roseanne. Mantuvieron la mirada por unos segundos antes de ser interrumpidas por un paramédico que entró corriendo. 

Until death do us apart (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora