XXVIII

377 63 10
                                    

—¿Qué carajo hiciste, Roseanne?—

Roseanne estaba por chequear a Marco cuando Jimin se interpuso en su camino en mitad del pasillo. Su cara eran el reflejo de la preocupación y angustia. 

—Déjalo, Jimin. Está hecho—suspiró Roseanne. 

—¡Rompiste las reglas!—dijo Jimin entre dientes—Alteraste el curso de las cosas. No se supone que seas tú quién decida quién vive o muere—

—No era su hora, Jimin. Aún le quedaban dos años. Me aseguré de ello ¿Por qué carajo no me explicas qué pasó?—Roseanne sabía que algo no estaba bien. Desde que puso sus ojos en Lisa se aseguró de verificar que tanto sus padres como sus amigas más cercanas no estuvieran en la lista. Y Marco, que sería el primero en ir al más allá, no debía hacerlo en dos años más ¿Entonces qué había cambiado? ¿Por qué de pronto su hora se había adelantado? 

Jimin se mantuvo en silencio unos segundos y finalmente suspiró. 

—No lo sé, Roseanne. También me sorprendí cuando vi su nombre, es por eso que yo...—

—Es por eso que viniste a advertirme—continuó Roseanne—Lo sé, Jimin— 

—Sabes que no van a dejar pasar esto—suspiró Jimin con pesar—Miguel ya debe saberlo. Él no aceptará lo que paso. Él no permite que las reglas se rompan— 

—Lidiaré con él cuando llegue el momento—dijo Roseanne intentando restarle importancia. Pero en el fondo sabía que Jimin tenía razón. Miguel era el líder. Todos lo respetaban, incluso ella. Muchos decían que Azrael era tan poderosa como Miguel, pero ella nunca lo sintió de esa manera. Miguel era incluso superior a Lucifer y cumplía fielmente las reglas de Dios, por lo que contaba con todo su favor. Y es por eso que sabía que Miguel no perdonaría su falta. 

—¿Por qué lo hiciste, Roseanne?—preguntó Jimin. 

—Porque no puedo permitir que la mujer que amo sufra—explicó con simpleza—No si puedo evitarlo—

—Morir es parte de la vida humana. No puedes cambiarlo. Tarde o temprano ella sufrirá la pérdida de algún ser querido y no podrás negarte a tomar el alma de cada uno de ellos por evitarle sufrimiento—dijo Jimin.

—Puedo intentarlo—contestó Roseanne encogiéndose de hombros. 

—¡Por todos los querubines, eres imposible!—se quejó Jimin haciendo sonreír a su hermana. 

—No dejes que esto te quite el sueño, Jimin. Aceptaré mi castigo, sea cual sea— 

—¿Lo aceptarás aún si eso significa no volverla a ver nunca más?—

Roseanne suspiró y se mantuvo en silencio. No sabía cuál sería su castigo pero sí estaba segura que no le permitirían volver a ver a Lisa. Por supuesto que una cosa era aceptar su castigo sin oponer resistencia y otra era aceptarlo poniendo toda la resistencia que pudiera. Y Roseanne claramente apuntaba a la segunda opción, pero consideró que eso no era algo que Jimin debiese saber aún

—Avísame si escuchas algo—dijo Roseanne dando por finalizada la conversación. No podía hacer más que esperar por su castigo y estaba decidida a no perder su tiempo preocupándose por algo inevitable. 

Continuó su camino hacia la habitación de cuidados intensivos en la que se encontraba Marco. Este seguía inconsciente, lo cual era de esperar. Probablemente no despertaría por el próximo par de horas. Lisa y Chitthip lo acompañaban, sentadas a su lado. Cuando Roseanne entró a la habitación, notó el cansancio y preocupación en la cara de Lisa. Chitthip se había dormido sosteniendo la mano de su marido por lo que ni siquiera la escuchó entrar, pero Lisa sí lo hizo. Ella levantó de inmediato su mirada cuando notó que la puerta se abrió y sus ojos brillaron con emoción al encontrarse con los de la doctora. Con sutileza dejó la mano de su padre sobre la cama y se puso de pie para acercarse a Roseanne. Esta sostuvo su mano y la sacó de la habitación para no interrumpir el descanso de Chitthip. 

Until death do us apart (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora