Un nuevo misterio

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Krow había salido para buscara a Ilian, la conexión que había tenido con ella le indicaba que no estaba todo bien. De repente su presencia se disipó, la energía que había dejado en el ya no estaba tan latente. 

Era como si su recuerdo se estuviera desvaneciendo, cuando hacía muy poco tiempo ella era lo único que ocupaba su mente.

Para dar un paseo por la ciudad buscándola, prefirió no pedir ayuda a nadie ni usar sus poderes de lobo. En cambio, se montó en su Lamborghini terzo, el cual había comprado a un coleccionista algunos meses atrás.

Recorría la ciudad a gran velocidad, todos los hombres lobo sabían que se trataba de él pues era el único que además de haber heredado el liderato de los nueve clanes, también se había hecho de una fortuna inmensurable. 

Algo que muchos le criticaban pues no le había costado del todo a el si no a su familia.

Sin importarle esto, el disfrutaba de su dinero y de lo que podía comprar, tenía amplios beneficios que sin duda muchos desearían.

Las calles estaban completamente vacías, muy pocos transitaban por ellas y mucho mejor aún, muy pocos usaban coche para ir por ahí. La gran mayoría de los lobos preferían desplazarse con sus poderes, disfrutaban más el hecho de correr por ahí, dar grandes saltos y moverse como lo que eran. Poco a poco querían ir dejando los hábitos humanos que hasta entonces podían conservar.

Krow también disfruta de sus poderes de lobo pero lo hacía de igual manera con los lujos que podía darse.

Manejaba a gran velocidad sin obstáculos. Lo hacía abarcar más terreno en su viaje. Activaba sus sentidos visuales al máximo para poder ver a Ilian. Se estaba decepcionando, pues sin importar cuánto terreno recorriera, no encontraba a su amada.

La desaparició de Ilian estaba siendo muy sospechosa, ¿Por qué si sus compañeras estaban ahí ella se había ido? No había ninguna lógica, su misión fue un éxito, algo más debía estar pasando y lo tenía que descubrir.

Se bajó del auto para tratar de percibir su aroma, pero también fue en vano. Se detuvo muy cerca de los límites de la ciudad, donde el pavimento se acababa para dar paso al bosque. Los olores eran muy claros ahí, animales, plantas, olores típicos de la ciudad, incluso la magia de las brujas recién llegada, nada anormal.

Se empezó a inquietar pues no tenía forma alguna de localizarla y se preocupó por lo que pudiera pasar.

Sus intentos por encontrarla no se iban a detener así de simple. Una vez que se cansó de hacerlo ahí, optó por subirse a su auto para dirigirse a otro punto. Antes de subir, algo lo detuvo. Sentía la presencia de alguien misterioso que le observaba desde los árboles del bosque. Una presencia poderosa pero que se esforzaba por mantenerse oculta. Giró la cabeza para ver de quién se trataba pero no tuvo éxito. Era como si esa presencia supiera sus movimientos y claro que se ocultaba bastante bien.

Krow comenzó a sospechar que se lo estaba imaginando y ya tenía mucho estrés como para centrarse en esos detalles. Era un hombre muy cauto y recordó que el enemigo pudo haber mandado exploradores así que de un brinco y sin previo aviso se lanzó hasta el árbol donde creía que lo observaban.

Cuando lo hizo, vió con sorpresa que nadie había ahí, intentó seguir un aroma o los puntos probables a dónde pudo huir pero no consiguió nada, así que retomó su idea principal y se fue de ahí rápidamente.

Su viaje continuó por la periferia de la ciudad, las luces de su auto alumbraban bien en aquella obscuridad. Además de unas farolas que eran parte de la calle. 

De pronto su vista sintió una gran alegría, la bruja a la que había estado buscando se apreció de frente a unos cuantos metros de ahí. 

Krow detuvo el auto y bajó de él rápidamente.

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