Capítulo 22: Me va a volver loca

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Los comunicados que mandé eran sobre la construcción de nuevos túneles subterráneos en donde se instalarían trenes de alta velocidad que pudieran conectar puntos estratégicos para los socios

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Los comunicados que mandé eran sobre la construcción de nuevos túneles subterráneos en donde se instalarían trenes de alta velocidad que pudieran conectar puntos estratégicos para los socios. Por ellos, se trasladaría la mercancía con mayor facilidad y cautela.
El primer túnel a construirse sería debajo del convento de Loudun, las monjas que se embarazan en ese lugar son recluidas hasta que dan a luz y les quitan a sus crías. Antes solían matarlos y enterrarlos para quitar toda evidencia, pero posteriormente, cuando subió al mando el Sr. Reynauld de la casa de la serpiente Les encontró mejor uso, era un desperdicio solo tirarlos, y, hay quienes pagan mucho por los hijos de las monjas, mujeres que debían mantenerse en celibato durante toda su vida, pero que, optaron por darle su virginidad a algún sacerdote quisquilloso que logró hacerlas caer con la típica mentira de "entrégale tu virginidad a dios".
No entiendo como el mundo sigue alabándoles, besándoles la mano, y pidiéndoles la bendición, si supieran lo que hay del otro lado. La cantidad de clientes que hay en "la ciudad sagrada". Se dice que tienen suficiente dinero para acabar con el hambre mundial, pero mejor usarlo para acabar con el hambre de sus más bajos instintos.
En fin, por aquellos seres es que se vio la necesidad del túnel, sacar la mercancía por sus puertas principales atraería miradas del público, siempre hay algún chismoso merodeando.
En America ya se habían implementado y según los reportes, estaban funcionando perfectamente. En simultáneo comenzarían tres construcciones de aeropuertos privados, socios de Ucrania pondrían dieciséis aeronaves junto con treinta y cuatro pilotos.

El negocio crecía en sobremanera, nuestra fortuna se hacía incalculable. Movíamos el mundo a nuestra merced, escuchar los planes con las economías, con los armamentos, las guerras, todos se sentían con la mano en una ficha del tablero. Yo quería estar ahí, tomar alguna decisión importante, que al yo hablar sintieran respeto y, de ser posible, temor.

Estaba armando un plan, uno que sé, daría jugosas ganancias, un tipo de mercancía diferente al habitual. Abriría casas, un tipo de orfanatos, en donde los seres recluidos aprendan ciencias, artes, idiomas, desarrollarles algún talento. Ofrecerlos no como cualquier basura, sino etiquetarlos con sus cualidades, verdadero entretenimiento. Me he inspirado leyendo sobre las geishas y las oiran, pero las mías serían seleccionadas, bellas, bellos, hermosas, diferentes, bellezas extrañas, exóticas, preciosas. Adiestradas en todos los sentidos, aptas para soportar. Recluirlas desde los dos años, y, al tener una edad mayor pasarlas al área que llamaría «la granja», en donde habrá otro tipo de ganancia. Es decir, se explotarán sus usos al máximo. Pero para abrir la granja se necesitarían cirujanos, químicos y enfermeros. Pues mi idea es que se tengan registros de sangre, ADN, toda esa información que necesitan los médicos para realizar trasplantes. En mi granja habría una variedad extensa para encontrar donadores enseguida. No solo ello, sino también vientres de alquiler, allá afuera se suele dar, pero hay mucho problema cuando la que alquiló el vientre se encariña con el producto y no quiere entregarlo, aquí abría nula posibilidad de que suceda.

Era un plan para armarse detalle por detalle.

En mi cabeza la idea era sublime, los dejaría abajo. Quería, deseaba que vieran en mí más que la "hijita adoptiva" de Atticus Bistró, sino una verdadera socia, capaz de dejar la maldita máscara de conejo y ocupar el lugar que me corresponde, la casa del oso.

Madame Bistró (✔️) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora