Capítulo 24: Vuelve la música.

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Corría por el bosque, sentía miedo, una sombra me perseguía

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Corría por el bosque, sentía miedo, una sombra me perseguía. De pronto, volvía a ser una niña de nueve años, mis pies con zapatos escolares y calcetines hasta la rodilla, estaban manchados de lodo. Los pulmones me dolían, sacaba más aire del que podía inhalar, corría de algo que no tenía forma.

Un bramido salió de aquella sombra.

Un mujido. Un bufido tan estruendoso que los oídos me estaban punzando.

No me salían los gritos, abría la boca, pero era como si me hubiesen cortado las cuerdas vocales.

En los árboles se escondían siluetas, pequeñas, flacas, se movían como llamas. Estiraban sus dedos para querer tocarme.

Estaba tan cansada, pero detenerme era morir.

Sonidos de puercos chillando salían de entre los árboles.

Llantos de bebés. Llantos de mujeres. Todos al mismo tiempo.

La sombra estaba por alcanzarme.

Resbalé. La boca se me llenó de tierra. Quise seguirme arrastrando. Las uñas se me doblaron y de mis dedos corrió sangre.

No podía levantarme, el pie se me había roto tras la caída, estaba doblado, una parte del hueso estaba apunto de atravesarme la piel. Ponía más fuerza en la tierra por seguir, sin embargo, el animal estaba más cerca. Una bestia en cuatro patas, algo parecido a un búfalo, reparando, moviendo su cabeza con furia, sus ojos cintilaban fuego.

Abría sus fauces, sentía su aliento hirviendo, la piel se me derretía como si fuera de cera.

Desperté.

El grito que me contuve todo el maldito sueño salió. Estaba sobresaltada. Respiré muchas veces, quería llenarme de aire, me dolía tanto el pecho, como si en verdad hubiese estado corriendo.

Un hombre con saco oscuro se levantó de inmediato, era un médico.

—Tranquila, Juliette, vas a lastimarte —Me indicó volver a recostarme. Y reviso algo del líquido que entraba por mi vena. Aceleró el goteo y después puso su estetoscopio en mi pecho.

¿Qué había pasado?

—Siento pesada la cabeza... —Me quejé.

—Estarás mejor, te golpeaste la cabeza cuando te caíste, pero —Tomó una cosa parecida a un tubo de metal y lo acercó a mi vientre, inclinó su oído a esa cosa—, el bebé está bien.

¿Qué estaba diciendo?

—¿cuál bebé? ¿De qué... de qué habla? —Hice su cabeza del doctor a un lado y me toqué. Me lastimé un poco la canalización. El médico tocó mi mano.

Madame Bistró (✔️) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora