Madame Bistró (✔️)

Capítulo 35: ¿alucinaciones?

Volvió a ser insufrible, intentó compadecerme, pero se vuelve un demonio. Mordió a uno de mis más importantes clientes, casi le arranca el labio, es decir, se lo arrancó. Era un director de cine, le tenía admiración por su cine de terror, venía con altas espectativas por mis Dolly's. Dannielle arruinó su filme.

Subí con una cadena y la azoté.

—Mátame, ya, Juliette, mátame —exclamaba, con los ojos inundados de rabia, y sin ninguna lágrima.

Vi el pedazo de labio del sujeto en el suelo, lo recogí e hice que se lo comiera.

Ella escupió una vez se lo metí y devolvió.

—Déjame ir, ¡Déjame ir! Juliette.

Le di un manotazo que le dobló la cara.

Ella escuchó mi nombre de los labios de mi hermana y desde entonces dejó de llamarme Madame.

—Vuélveme a llamar así, y te quitaré un ojo y haré que te lo tragues.

Su cuello se movió rígido hacia mí. Sus pupilas se dilataron, tanto como un gato en la noche. Se irguió y me recorrió con la mirada.

—¿Cuándo vas a cansarte Juliette... —arrastró mi nombre—. Blanchard?

—¿Cómo sabes eso? —la empujé contra la pared.

—Blanchard —repitió—. balnch — hard. Se traduce ¿cómo? Blanco - duro, blanco - fuerte. Lástima que tu padre no fue fuerte.

—¿Con quién has estado hablando?

Pensé en quienes pudieran haberle dicho, mi hermana estaba descartada, pensé en algún socio.

—Tu padre fue un débil.

Su semblante cambió, parecía, su padre. Agité mi cabeza, y lo vi. Dejé de ver a Dannielle y lo vi a él.

Su mano delgada y fuerte me tomó por el cuello.

—Me pregunto qué si tu cráneo será mas fácil de romper, el de tu padre parecía cascarón.

Con ambas manos hice fuerza por quitarla, dejé de tocar el suelo. El aire se me estaba agotando.

Me soltó y mi pie se dobló.

Me arrastré hacia la puerta.

—Dominic también fue un cobarde... —rió—. ¿Sabes lo que significa ser uno? Cobarde, del francés medieval... coart, significa cola de perro... así te ves, como un perro con la cola entre las patas.

Su voz, me erizó por completo la piel.

—¡Estás muerto!

La cara se le desfiguró, era un ser de dos metros encorvado, sus dedos se hicieron garras, y sus ojos eran como fuego azul encendido.

Saqué el arma de mi cinturón, y le disparé.

Volví a ver a Dannielle.

Con la bala entre los dedos en un pestañear.

—¡Maldita loca, maldita loca!

Salí de ahí, le puse el candado a la habitación. Corrí, corrí hacia el vestíbulo. Kida me vio h se angustió. Me dejé caer en el sillón. Está loca, o ¿yo lo estaba?

—Es una bestia lo que está allá arriba —Mi voz aún estaba temblorosa.

—¿la niña Morgan?

—Sí, esa puta niña. Es el diablo encarnado.

—Es lo que intentaba decirle, Madame. Le comenté a su hermana, cuando fui a dejarle su comida, la niña parecía hablar con alguien más, pero cuando entré a la habitación no había nadie.

—No le subas de comer hasta que se le rompa la garganta de tanto suplicar.