Capítulo 33: Intereses peculiares

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—¿Qué harás con la niña? —me preguntó mi hermana. Te darán millones por ella en cuanto les digas de quién.

—Lo sé, es invaluable. Pero no me interesa venderla.

—¿Sabes? Si hubieras tenido un hijo con él, hubiera sido como esa niña... Es hermosa.

—Lo es.

Desgraciadamente lo es. Aún con el ojo hinchado y el labio partido, sigue pareciendo una muñeca.

—Madame, el señor Fiory insiste en que quiere venir —Kida interrumpió.

Me troné los dedos uno a uno.

—Está bien, tengo algo que ofrecerle.

Recibí a uno de mis más grandes socios, Fiory, de la casa del reptil, fue uno de los primeros en apoyar mi ascenso sin objeciones para tomar mi emblema y seguir con el legado Bistró a pesar de que mi sangre no es legítima

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Recibí a uno de mis más grandes socios, Fiory, de la casa del reptil, fue uno de los primeros en apoyar mi ascenso sin objeciones para tomar mi emblema y seguir con el legado Bistró a pesar de que mi sangre no es legítima.

—Mi preciosa Juliette —Me dio un beso en casa mejilla. Mis sirvientes le dieron vino caliente y especiado de bienvenida. Llegó junto con su hijo mayor, un joven de 26 años, bastante atractivo, con el cuerpo bien trabajado.

Le di un recorrido por la casa, el ala oeste, le mostré la parte subterránea en donde se inauguraría el restaurante, de momento la cocina solo funcionaba para los sirvientes y mercancía. Pero estaba quedando elegante, con pisos de ajedrez, mesas oscuras, candelabros de oro con diamantes incrustados, las jaulillas para meter la carne viva, y a los lados, arcos con flechas, por si algún intrépido que quería cazar su propia comida.

Le mostré el área de cirugía, ya estaba terminada, todo listo para trasplantes. Así como teníamos máquinas para los estudios necesarios.

Me aplaudió por la maravillosa idea.

Pues, la casa, fungiría como granja o como pecera le llaman otros, a cada mercancía se le realizan los estudios correspondientes y los resultados los tenemos en una base de datos. Si algún cliente requiere un órgano, de manera más rápida se realizan los estudios de compatibilidad para encontrar a su donador.

Seguimos al segundo piso, en donde vio las cajas con nuestras tres futuras instructoras, que, desde que llegaron, han sido muy rebeldes, y estaban siendo entrenadas.

A Fiory le llamó la atención Dalí.

—¿Cuánto por ella?

—Oh, no, no está en venta. Ella servirá para entrenar a nuestras dolly's.

—¿Cuánto por follarla?

—cinco mil kalendis.

—Joder, me consigo cinco zorras mejores con eso.

—Pues consíguelas.

—Tú ganas.

Los ojos de Dalí comenzaron a llorar. La saqué de su caja de la correa que tenía atada al cuello. Ellas tenían ordenado andar como perro hasta que les permitiéramos ponerse de pie. Le di la correa.

—Kida lo llevará a una de las suites.

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Me dirigí a su hijo, Cristoff. Quien no parecía muy interesado en ninguna de las otras dos mujeres.

—¿Y tú? ¿Qué te puedo ofrecer?

Él se encogió de hombros. Era un hombre tímido. Le hablé más de cerca. Parecía nuevo en el negocio.

—Tengo algo que puede gustarte, ven.

En el tercer piso tenía a Dannielle encerrada, su comportamiento era terco, su necedad de mirarme a la cara cuando ya le había repetido que no podía hacerlo, debía mirar al suelo. Parecía sorda a las órdenes. Estaba en la habitación más fría, sin ropa y con un casco con un candado que le impedía ver y hablar.

Quité los seguros.

Los ojos de Cristoff se encendieron.

—Cien mil kalendis.

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Madame Bistró (✔️) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora