Capítulo 30: La nueva Madame

2.5K 311 109
                                    

El llanto, el maldito llanto me taladraba los oídos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El llanto, el maldito llanto me taladraba los oídos. Sentía que los oídos me sangraban. Quería matarme, ahogarme. Me ponía la almohada en la cara para asfixiarme, pero no podía. Terminaba por sacarla y respirar, lo mismo en la bañera. Y no, no es que quisiera vivir, el instituto nato de supervivencia, lo que sea me hacía tomar aire.

Callate, cállate...
Cállate, hija... cállate...

Debí matarla yo en cuanto tuve al oportunidad, ahogarla, hubiese sido más rápido, no se hubiera dado cuenta, debí hacerlo, yo sabía que nos encontrarían, tarde o temprano, mi alma está ligada a esta casa. Debí clavarle taparle las fosas nasales, que se ahogara, debí tener aquella misericordia, pero no.

La mataron, no sé cómo. Pero puedo pensar en todo lo que pudieron hacerle antes de meterla al fuego con los chillidos de los machos cabrios.

Yo he permanecido encerrada en estas cuatro paredes, imaginando que llora, que me pide que vaya por ella. Imaginando su rostro de sufrimiento, que la jalan de los pies y de las manos hasta desgarrarla.

Cállate, hija... cállate.

Yo no quería...

No fui una madre amorosa todo el tiempo, no podía abrazarla tal vez, ni parar su llanto, ni curar sus heridas, pero la cuidaba de mí. Porque sentía que podía hacerle daño, perder el control, lastimarla y ahora que lo pienso era mejor opción que yaciera en mis manos y no en la de ellos.

Pero la quise, claro que la quise. Aunque ¿fui mejor que Isabelle? No lo sé, quizás fui peor. Ser madre es un papel difícil en un mundo lleno de monstruos...
Monstruos.

¿Soy un monstruo?

Cuando era niña, fui a una feria con mis padres, había una casa de esas que le llaman del terror. Afuera había un hombre disfrazado del enemigo de Santa Claus, Krampus. Un ser de más de dos metros, encorvado, con garras afiladas, cuernos, y un semblante temible, con ojos de hambre. Era un disfraz muy real. El muy gracioso, con semejante cosa vestida invitaba a los niños a entrar.

Ese día papá me enseñó la palabra "monstruo". Así que siempre que he dicho esa palabra, la imagen de ese hombre viene a mi mente.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Madame Bistró (✔️) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora