Capítulo 9: Primera ley de Newton

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"La primera ley de Newton nos dice que para que un cuerpo altere su movimiento es necesario que exista algo que provoque dicho cambio. Ese algo es lo que conocemos como fuerzas. Estas son el resultado de la acción de unos cuerpos sobre otros"

Vitalis estaba dictando la introducción a la clase de física. Trataba de ir acorde a la velocidad de su voz, que, aunque era lenta, me distraía tener dentro de mi cabeza aún los lamentos del bosque. Eran reales, me niego a pensar que eran alucinaciones, los vi, aquellas sombras que se paseaban de lado a lado riéndose de mí.

—¿prosigo, Blanchard?

—¿Puede repetir otra vez?

—Discúlpame la pregunta ¿te encuentras bien? Llevas días distraída ¿sucede algo? —inquirió con preocupación.

—Supongo me estoy resfriando. Cof, Cof —finjí toser—, pediré algún jarabe más tarde, adelante, siga.

Se dio la media vuelta. Dibujó una rana sentada en una hoja, explicando que, esta se mantendrá en reposo, amenos que algo aplique una fuerza y la obligue a cambiar su estado. Yo era esa rana apacible sobre el nenúfar, hasta aquella noche en que escuché a Atticus tocar el piano, y, ahora, con urgencia necesito otra maldita fuerza que me cambie de dirección.

—¿para qué sirven las ranas?

Vitalis suelta la tiza y ladeó los labios.

—Buena pregunta, aunque, no estamos en clase de biología... bien, quizás ya te abrumé con lo demás. Las ranas son depredadores importantes —se frotó la barbilla—, comen insectos, algunos arácnidos, es decir, controlan plagas, también sirven de alimento para algunas aves, reptiles, son parte fundamental de la cadena alimenticia —dijo con propiedad.

—Comer para ser comido, interesante.

—Prácticamente.

—¿todos participamos en la cadena alimenticia?

—En teoría... aunque no todos deben ser devorados. Es otro tema aparte, te prometo que lo veremos. Veo que te gusta el mundo animal, lo tomaré en cuenta, quizás por ahí vaya tu vocación —dio una carcajada elegante y borró aquel dibujo, sentí una pena, era bueno para haberlo hecho en menos de tres minutos—, Falta media hora para que llegue tu hermana, mientras tanto, toma —Me extendió de su maletín un libro verdoso "Sexualidad humana".

—Toma algunas notas, hablamos de ello la próxima semana ¿Te parece? —arqueó una ceja y entrecierra los ojos con templanza, seguro de sí, tenía cara Niño, aunque su cuerpo era bastante alargado y fornido.

—¿nosotros tenemos depredadores?

—Podemos tenerlos, depende la circunstancia, quizás un oso a mitad del bosque —se encogió de hombros.

Me incliné para recargarme en su escritorio y apoyé mi cabeza contra mis manos. Aunque estaba sentado, sigue pareciendo muy alto, le miré hacia arriba y pestañeé con ternura.

Madame Bistró (✔️) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora