Capítulo 25: Ven conmigo.

3.9K 342 76
                                    

Me hacía más pesada, más lenta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me hacía más pesada, más lenta. Caminaba como pingüino, y cada diez pasos tenía que detenerme a respirar. Dormía con tres almohadas porque sentía que me ahogaba. Pero quería fingir que seguía siendo la misma mujer productiva, aunque tuviera la panza del tamaño de una sandía. Era enorme para solo tener dentro un bebé. Mi piel ya se estaba partiendo, líneas rojas ya se asomaban a pesar de que las espoirs me untaban cada ocho horas aceites de almendras, de coco, y cuanto menjurje conozcan. Qué comezón me daba, me abstenía de rascarme, pero seguro que dormida lo hacía, pues cada mañana nueva me veía estrías nuevas. Sí, las contaba. Veía como mi cuerpo se deformaba, aunque todos me dijeran lo linda que me veía, no podía verlo así. Pero, apenas salía el sol, y llegaban a mi recámara rosas, y, cada día se sumaba una más, así como también a diario, había banquetes en mi honor, bueno, en nuestro honor. Atticus no faltaba a ninguno, no se había ido a ningún viaje durante estos casi ocho meses. Estaba al pendiente de mí como nunca. Cuando salía a caminar al jardín, iba conmigo. Ama tocar mi vientre y sentir que su hijo golpea. Y yo, no sabía cómo sentirme al respecto. Lo que más rechazaba, ahora, no me parecía tan malo. No digo que sentía esa conexión mística de la que hablan las señoras embarazadas, como eso que dicen "te amé desde que supe de ti", pero me sacaba carcajadas cuando sentía su hipo, y, cuando los ruidos externos lo asustaban. Incluso, por las noches, me daba la sensación de que lloraba, o era mi imaginación, pensaba que en esa barriga tan grande, se sentía solo. Me preguntaba ¿cómo será? ¿qué nombre le pondré? Atticus dice que a los niños no se les pone nombre hasta los cuarenta días o es un mal augurio. Pero me importaban un carajo sus creencias. Me gustaba el nombre de Vitalis para un hombre, pero ni loco me dejaría ponerle así, entonces pensaba en Dominique como mi papá. Pensaba más nombres de niño pues, siempre me refería al bebé como él. No visualizaba una niña.

—Eh

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Eh... ¿te estás encariñando con el crío? —preguntó mi hermana quien me encontró en la cocina—, siempre te veo sobándote la barriga.

—Instinto, supongo.

—¿Por qué no lo admites? ¿ah? Estás feliz.

—Vete al carajo —le barrí la miradas

Busqué en la nevera qué merendar, que el hambre era terrible. Hay noches en que sentía que me podía comer una vaca completa. Pero me contenía, no quería que la vaca fuera yo después, ya había subido nueve kilos, que esperaba fueran solo del bebé, liquido, placenta y esas cosas.

Madame Bistró (✔️) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora