CHAPTER SEVEN| LOST IN THE FIRE 🍒

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LIZZIE golpeaba fuertemente aquella puerta, deseando que se abriera

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LIZZIE golpeaba fuertemente aquella puerta, deseando que se abriera.

Pues estaba harta de estar en ese lugar y más porque ahora estaría así por lo menos tres días.

— ¡Carajo, Miguel... Ábreme! — Grito con desesperación.

Su salvación fue la rubia, quien entró a la habitación y no dudó en acercarse a la pelirroja.

— Toma, es algo de comida. — Le entregó un plato con una hamburguesa y papas fritas.

— Gracias rubia, pero necesito irme. — La miro de manera suplicante, pues Gwen era buena con ella y sabía que tarde o temprano terminaría ayudándola.

— Lizzie, sabes que si de mi dependiera yo... — Elizabeth la calló poniendo un dedo sobre sus labios, pues sabía lo que iba a decir y no quería lástimas por parte de la rubia.

— Esto es una pesadilla...
















ELIZABETH jugueteaba con un peluche que se encontraba en la cama de Gwen, era uno en forma de pingüino y era la única manera de distraer su mente de aquel encierro.

La silueta de alguien tocando la puerta la hizo detenerse y girar su mirada hacia donde provenía el sonido.

Camino descalza hasta llegar a la puerta y observo como Miguel la veía con una sonrisa sarcástica.

— ¿Te parece gracioso esto? — Dijo al ver el rostro del hombre. — ¡A mi no, carajo! — Golpeó con fuerza la puerta de la habitación, la cual era de cristal templado.

Lizzie pensó algo pero dudo en que funcionara, pues sabía que el brazalete que tenía limitada toda clase de poder, a excepción de uno.

O tal vez dos...

— Así es como se educa a las niñas maleducadas. — La voz de Miguel la hizo regresar de su trance.

— Lo dices como si hubieras sido padre... — Murmuró la pelirroja. — Y si lo fueras serías uno completamente terrible. — Dijo con odio.

— Al menos mejor que el tuyo si lo sería. — Aquella contestación de Miguel la hizo enojar por completo.

¿Acaso se estaba burlando de su desgracia?

Tenía tantas ganas de escapar de ahí y golpearlo fuertemente, pero sabía que el obviamente iba a ganar, por su gran tamaño y su fuerza.

Sin darse cuenta una lágrima recorrió toda su mejilla hasta caer en su mano, haciéndola devolver de nuevo a su realidad.

Miro a Miguel el cual también estaba pensativo, simplemente se fue sin decirle absolutamente nada... Esperaba que el se disculpara por lo que había dicho o que mínimamente se sintiera mal por lo que dijo, pero no fue así.














𝙋𝙀𝙋𝙋𝙀𝙍𝙎 🍒 | 𝗠𝗶𝗴𝘂𝗲𝗹 𝗢'𝗵𝗮𝗿𝗮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora