Todos sabían la historia de la mancha...
Pero nadie tomaba en cuenta a 𝐋𝐈𝐙𝐙𝐈𝐄... La hija de aquel villano...
- 𝖭𝗈 𝖾𝗋𝖾𝗌 𝖻𝗎𝖾𝗇𝗈 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝗆𝗂...
¿O tal vez si?
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ELIZABETH sin duda se había ganado la confianza de los arácnidos en el tiempo que había estado ahí.
Pues las misiones se habían incrementado y de cierta manera el jefe planeaba llevar a la pelirroja a una de estas, pues la última vez había salido excelente.
Los poderes de Elizabeth eran de gran ayuda para la sociedad.
Miguel estaba aliviado de que Elizabeth no fuera igual que su padre, buscando el caos y amenazando los universos.
En esta ocasión Lizzie estaba en la guarida de Miguel, rodeada de un par de arañas mientras todos discutían quien iría a la siguiente prueba.
— Ben es algo... Vanidoso para esto. — Informó Jess ante la idea del arácnido.
— Entonces ire yo. — La voz de la pelirroja hizo girar a los arácnidos.
— No, no requerimos de ti. — La voz grosera de Miguel de nuevo había vuelto.
Elizabeth giro los ojos, un rayo de esperanza cayó en ella al escuchar a Jess defenderla.
— Es bastante competente para el tiempo que lleva aquí, sus habilidades nos serán de mucha ayuda.
Miguel suspiro con pesadez, miro de nuevo a la pelirroja mientras asentía a su colega.
— Bien. Ella irá, pero bajo mi cuidado. — Aquella orden sorprendió a Jess, pues Miguel nunca mandaba a principiantes aunque estuvieran bajo su vigilancia.
La pelirroja asintió completamente feliz, pues odiaba la idea de siempre estar en la sociedad arácnida como un bicho raro.
— ¿No tendrás algo que pueda usar? — Preguntó repentinamente. — La otra misión funcionó pero creo que no siempre podré ir con esto. — Señaló su atuendo.
Miguel asintió.
— Jess, llévala en donde hacen los trajes, ella escogerá algo adecuado para la ocasión. — Jess asintió ante la petición de Miguel y tomó ligeramente a Lizzie del brazo.
— ¡Por fin dejarás esa ropa fea! — Exclamó con entusiasmo la morena.
Ambas rieron mientras abandonaban el lugar, pues tenían que apurarse para llegar a la misión.
ELIZABETH miro con curiosidad la habitación, pues en esta había demasiadas máquinas y distintos tipos de traje en plena construcción de los spiders.
— ¿Te gustan las arañas?, puedes ponerle una. — Señaló Jess los demás trajes.
La pelirroja le sonrió mientras se acercaba a ver la ropa que se encontraba por ahí.
