Lizzie Spot nunca pidió los poderes que ahora la convierten en una amenaza para el multiverso, ni tampoco esperaba enamorarse del hombre que juró detener a su padre: Miguel O'Hara, guardián del canon y protector del tejido arácnido.
Un cruel experi...
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MIGUELestaba concentrado en los monitores, pues en este se venía los diversos casos de los universos a los cuales protegía.
— Lyla, el 605. — Ordenó a su IA, la cual inmediatamente le proporcionó información de dicho universo.
En ese universo estaba la mancha, la cual había comenzado a crear destrozos.
— Lo que ha causado... Es grave Miguel, no sabemos qué es lo que busca. — Aquella frase había hecho enojar al jefe.
— ¡¿Y por qué carajos no mandan a alguien?! ¡¿Por qué carajos esperan que todo lo haga yo?! — Estaba enojado.
Toda la spidersociety era una completa basura, nadie podía hacer misiones tan sencillas y siempre esperaban a que el hiciera todo, lo único que hacían era estorbar y crear más caos.
Estaba harto de ser el jefe, pero sabía que tenía que serlo si no quería ver a su realidad y la de miles desmoronarse...
Aunque la suya fue arrebatada cuando rompió el canon, perdiendo a su hija.
Los pasos y las voces se hacían más constantes, estaba seguro de que algo debió suceder para estuvieran ahí molestándolo.
— ¿Que pasó ahora? — Preguntó algo antes de que hablaran los presentes.
Giro su vista y de nuevo estaba ella.
Elizabeth Ohnn, quien cada segundo que pasaba ahi causaba más y más desastres.
— Dios... ¿Ahora que desmadre hizo? — Preguntó Miguel hacia la rubia.
— Miguel... Esto es mi culpa no es necesario que la regañes... — Gwen hablo pero la voz de la pelirroja la detuvo.
— Rompí el reloj de Gwen... — Las palabras de la pelirroja hicieron abrir los ojos de Miguel.
Primero casi rompía el canon al casi matar un villano que le pertenece a Miles, después creo dos enormes agujeros en la sala de prácticas, no pudo hacer una cosa tan simple como colgar unas cuerdas y ahora había roto el reloj de Gwen.
— Largo de aquí, Gwen. — La rubia intentó hablar pero la voz de enojo de Miguel la hizo callar. — ¡Dije largo de aquí! — La rubia inmediatamente se fue, disculpándose con la pelirroja al dejarla sola.
— A el escritorio, ahora. — Mando Miguel.
La pelirroja obedeció, pues sabía que la había cagado y ahora te dirán que darle otro reloj a Gwen.
— ¿Un castigo de 3 días no sirve para ti? — Preguntó lanzando un par de cosas al lado de ella sin golpearla aún.
— ¡Lo siento! Solo quería intentar si podía hacer levitar a otras personas... — La suave voz de Lizzie entro por los oídos de O'hara.