Lizzie Spot nunca pidió los poderes que ahora la convierten en una amenaza para el multiverso, ni tampoco esperaba enamorarse del hombre que juró detener a su padre: Miguel O'Hara, guardián del canon y protector del tejido arácnido.
Un cruel experi...
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ELIZABETH cada vez más se estaba volviendo más fuerte, pues con facilidad evitaba los ataques de Miles en el entrenamiento.
— ¡Perdón! — Grito al momento de inmovilizar a Miles, dejándolo flotar en el aire.
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El chico soltó un chillido frustrado, inmediatamente su mejor amiga lo soltó y lo bajo de donde lo había dejado flotando.
— Gran practica, Lizz. — Susurro con cariño.
La pelirroja no pudo evitar sonreírle, sus palmas chocaron y ambos inmediatamente salieron del cuadrante de pelea, caminaron con total normalidad hasta que un rumor los hizo girar a todos lados.
Los spiders no paraban de hablar entre ellos, eso sorprendió a ambos amigos.
— ¿Que sucede? — Pregunto Elizabeth con curiosidad.
Sus respuestas fueron contestadas en cuanto un hombre de apariencia roja iba entrando completamente sorprendido.
— Es para ti. — Golpeó suavemente el hombro de su amiga, haciéndola reír mientras mantenía la mirada en el chico.
— Me gusta el rojo, pero no las personas rojas. — Dijo con sarcasmo al verlo.
Su mirada se conectó con la de ella, sintió un leve escalofrío y simplemente giró su vista hacia otro lado, tenía las ganas de ver a Miguel, pues sabía que el le daría las respuestas que buscaba.
En pasos silenciosos se dirigió al moreno, el cual estaba como siempre observando los monitores y cuidando cada cosa.
Abrazo su enorme cuerpo en cuanto estuvo detrás de él, su respiración del hombre se relajó al sentir su tacto.
— Justo te estaba buscando... — Se giró a verla, alzando con suavidad su mentón por la diferencia de altura.
— ¿Que necesitas?
— Entró un recluta nuevo, se llama Alan. — Informó el moreno.
Elizabeth sabía perfectamente a quien se refería, pues observó al chico entrar e incluso compartió miradas con el, pero no era algo que estuviera dispuesta a decir.