Todos sabían la historia de la mancha...
Pero nadie tomaba en cuenta a 𝐋𝐈𝐙𝐙𝐈𝐄... La hija de aquel villano...
- 𝖭𝗈 𝖾𝗋𝖾𝗌 𝖻𝗎𝖾𝗇𝗈 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝗆𝗂...
¿O tal vez si?
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ELIZABETH y los demás se encontraban en aquel pequeño rincón del mundo.
Un bosque dentro de su universo de origen pero completamente asustados.
Mentiría si no dijera que tenía miedo de que en un par de minutos o segundos poco a poco su universo de origen se fuera a la mierda por sus decisiones pero al parecer no era así.
Miguel les había mentido, le había mentido.
— ¿Cuando podré ver a mi padre? — Preguntó el moreno a la pelirroja.
— No es seguro Miles, probablemente Miguel comience a buscar por ahí, no es alguien fácil de engañar y tomará nuestras debilidades...
— Es cierto, si quieres ver a tus padres tendrás que inventarles una buena excusa del porque no estarás en casa hasta que esto se resuelva o decirles la verdad.
El chico suspiró con frustración, jamás se imaginó que estar con esa sociedad rompería todo lazo de su vida normal.
— Gwen y Peter lo sabían... Y prefirieron mentirme en la cara, ellos sabían de mi anomalía... Ellos sabían de tu muerte. — Se dirigió hacia la pelirroja.
— ¿Mi muerte? — Preguntó confusa.
El menor de los O'Hara no dudó en acercarse a la plática del adolescente y la mayor.
— Elizabeth el... No quería que tú te enterarás...
Ella llevó ambas manos con frustración a su rostro, tapándolo por completo.
— Todo el tiempo estuvo mintiéndome, ¿no es así?
El silencio de Gabriel había confirmado su pregunta.
— ¿Te dijo algo más de todo esto? — Murmuró la pelirroja.
— Me siento una mierda contándote esto, pero si. — Se centró en medio de ambos. — Miguel dijo que como en el canon original tú debías morir, no podrías estar en ningún universo de manera estable, por ende pasarías gran parte de tu vida en la sociedad arácnida, el edificio posee una tecnología que evita que cualquier presencia de cualquier Spiderman rompa el canon dentro de ese universo, de esa manera se mantiene la línea original...
— Creí que me quería... — Las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos.
— El solo estaba evitando que escaparas...
Elizabeth se sentía tan idiota con la confesión de Gabriel, si bien no podría decir que amaba a Miguel, el ya había hecho un espacio muy grande en su corazón.
Las lágrimas inevitablemente cayeron por sus mejillas regordetas, sintiendo el cálido abrazo de Miles ante su llanto.
— Me tienes a mi y a Gabriel, no dejaremos que nadie más vuelva a decepcionarte...
