-Karen dijo que este es el lugar para encontrar maridos ricos -dijo mi mejor amiga, Larene.
La nota de burla en su voz impidió que hiciera uno de mis infames ojos en blanco. En su lugar, dije-: Karen suena como mi abuelo. -Me gustó que mi voz no temblase, teniendo en cuenta la rapidez con la que mi corazón latía con fuerza. Mirando hacia el intimidante edificio enmarcado contra el cielo oscuro de color obsidiana, me llamó la atención lo raro que era esto en mí. Pero era una mujer con una misión. Estaba motivada. Sin embargo, estaba aterrada.
Larene sintió mi inquietud. Envolvió sus delgados brazos alrededor de mis hombros y brillantemente declaró.
-Es como montar en bicicleta. Sólo tienes que volver a la silla de montar.
-Acabas de mezclar modismos. Una silla de montar es para caballos no un asiento para la bicicleta. No funciona así.
-Funciona en este caso, Noelle. Todo lo que necesitas es un semental que te monte como una bicicleta.
Puse una cara rara, pero no pude evitar la risa que burbujeó histéricamente por mi garganta.
-Estás loca, lo sabes, ¿verdad? -dije con cariño. Amaba a Larene.
Habíamos sido mejores amigas desde la universidad, desde que se acercó a mí en una fiesta en mi primer año. Había sido la solitaria rara en la esquina, bebiendo tranquilamente la rancia cerveza caliente, pero lo prefería a estar sentada sola en mi habitación de la residencia cualquier día. Larene, la chica popular por excelencia, se había hecho mi amiga esa noche y habíamos sido inseparables desde entonces.
-Mi madre me lo dice cada día -cantó y luego juntó sus manos una vez que liberó mis hombros-. Ahora ven. Vamos a conseguir que folles.
Se dirigió en sus tacones altos y su apretado vestido con una gracia que nunca podría esperar tener. Larene se las había arreglado para meterme en un vestido de lentejuelas negro que era una talla demasiado pequeña y dos metros demasiado corto. Y los tacones... Dios mío. Los tacones de aguja de tiras plateados gritaban "fóllame" y me hacían bambolear como una jirafa recién nacida. Mañana por la mañana, con suerte después de follar, me arrepentiría de los tacones. Pero no era como si tuviera una elección. Larene ya era una fuerza a tener en cuenta y era aterradora cuando quería serlo.
Valoir era uno de los clubes más exclusivos de la ciudad. Sólo los ricos, los famosos, y la gente más guapa podía entrar. Dado que no era ninguna de esas cosas, tenía mis dudas acerca de esta noche, pero Larene había estado saliendo más o menos con el dueño del club.
-Hola Héctor -ronroneó al hombre intimidante en un traje oscuro a la entrada del club.
Y al parecer conocía al gorila. Eso era una ventaja.
-Larene -dijo con una sonrisa, asintiendo. Sus ojos se deslizaron sobre mí y contuve el impulso de tirar del borde de mi vestido. No estaba necesariamente avergonzada de mí misma, pero este vestido podría hacer que una stripper veterana se ruborizada. Se hizo a un lado para dejarnos pasar, para frustración de las personas que esperaban en la cola que envolvía el club, y Larene le dio un beso en la mejilla como forma de pago.
A juzgar por la forma en que Héctor se sonrojó, podría haber llevado un saco de patatas y aun así podría haber entrado si Larene estuviera a mi lado.
Nos deslizamos a través de pesadas puertas de roble del club.
Larene obviamente sabía dónde iba porque seguimos por un pasillo hasta llegar a otra puerta. Más allá de ella, podía oír la música y las risas.
Un hombre parado allí sonrió, asintiendo familiar y amistosamente a Larene, y abrió la puerta.
-Bienvenidas a Valoir -saludó y apenas reprimí una risa nerviosa.
La música se empezó a escuchar mientras entrabamos. Tragué saliva duramente, mientras Larene me daba una sonrisa alentadora. Todo era tan abrumador. Demasiado.
Esperaba una masa de cuerpos en el club, moviéndose como animales en celo. Esperaba olor a almizcle y sudor. Esperaba que mi piel se pusiera húmeda por el calor y el sudor en el aire. Descubrí algo completamente distinto.
Aunque había gente bailando. Anquen había un DJ y luces estroboscópicas verdes y azules, como normalmente esperaría encontrar en un club. Sin embargo, la gran mayoría de Valoir se componía de cabinas y salas privadas, alineadas contra las paredes. Aunque las habitaciones eran privadas, sólo una pantalla de cristal transparente las separaba de la alta música haciéndolos permeables al resto del club. La gente podría mirar, voyeurs en su propio derecho. La mayoría de las habitaciones estaban ocupadas por hombres de negocios, vestidos con sus trajes a medida hechos a mano y sus fáciles y encantadoras sonrisas.
Maridos ricos, de hecho, pensé.
En el lado opuesto de la habitación, situada fuera de la pista de baile y el largo bar, me di cuenta de que había un par de habitaciones tintadas, para que nadie pudiera ver su interior. Larene me vio mirándolas y con una sonrisa de complicidad, gritó sobre la música.
-Kane hizo que las pusieran. Sólo por si acaso. -Guiñó un ojo. La mirada que me dio decía que había experimentado esas habitaciones privadas de primera mano. Sin duda con Kane, el dueño de Valoir.
Esta no eres tú, susurró mi mente mientras mis ojos se movían alrededor como un perro callejero acorralado. Esta no era mi escena. No me gustaban los clubs ni tener citas de una noche como mis amigas habían perfeccionado en la universidad. Siempre fui la chica que tenía una relación estable. La chica a la que le gustaba quedarse en casa, cocinar la cena, beber vino, y ponerse al día con su televisión después de un largo día satisfactorio en el trabajo. No me ponía toda emperifollada y buscaba sexo sucio y caliente.
Pero mi período de sequía había durado demasiado tiempo. Después de que Ryan, mi exnovio, decidiera que quería a alguien más excitante, me había encerrado y separado del resto del mundo durante meses. No había tenido relaciones sexuales en más de un año. Tenía sólo 25 años, pero estaba actuando como una solterona viuda. Por lo tanto, no protesté cuando Larene intervino. Había estado insinuando sobre "conseguirme una cita" desde hace semanas y pensé que era el momento de tratar de recuperar al menos parte de mi sexualidad marchita. Sabes que es malo cuando tu vibrador, literalmente, ha estado acumulando polvo.
Esta noche iba a cambiar eso. Según Larene, necesitaba una aventura de una noche con un chico caliente. El problema era que nunca había tenido relaciones sexuales sin complicaciones en mi vida. El sexo era especial para mí. ¿Cómo podía dejar que un desconocido me conociera tan íntimamente?
Sacudí mis pensamientos.
No. Tendría sexo sucio, caliente y fugaz con un magnífico guapo extraño esta noche. Era una mujer con una misión. Sólo tenía que acordarme de eso.
Larene expertamente paseaba entre la multitud para pedir una pequeña mesa cerca de la barra. Me senté con cautela, retorciéndome el vestido hacia abajo para evitar mostrar mi entrepierna a todos en la vecindad. Esta sección del club era un poco menos caótica que el lado del baile y estaba contenta por el respiro momentáneo. Me di cuenta de cuán agrupados estaban mis hombros y me obligué a relajarme.
-Quédate aquí -me dijo Larene-. Voy a por algunas bebidas.
Asentí y vi con una sensación de pánico que me dejaba en la mesa y se dirigía a la barra. Había por lo menos ocho camareros trabajando, así que no estaba demasiado lleno. Había un flujo constante de clientes que iban y venían. A pesar de mis reservas sobre Kane, incluso tuve que admitir que el hombre sabía cómo manejar un club. No es de extrañar que hubiera una cola en la puerta todas las noches.
Recorrí la pista de baile con la mirada mientras esperaba, resistiendo el impulso de buscar a tientas mi teléfono. En su lugar, vi, en trance, como las mujeres lanzaban miradas de "ven aquí" a los hombres y deseaba poder estar tan segura cuando se trataba del sexo opuesto. Una vez más, me sorprendió lo mal que esto se sentía. Me sentía como una extraña en mi vestido ajustado, mi pelo corto y rizado, y tanto maquillaje.
Y esta tarde, cuando Larene me mostró su creación en el espejo, estuve sorprendida. Había recogido mi pelo marrón oscuro en rizos suaves y me había pintado los labios de rojo. Ni una sola mancha empañaba mi piel suave, cortesía de una base pesada que me había dado ella la última navidad y que todavía no había abierto. Un colorete rosa con un brillo suave destacaba mis pómulos y había hecho algo en mi maquillaje de ojos para mejorar mis ojos color avellana. Larene siempre se quejaba de que no lo hacía lo suficiente. Decía que era una belleza natural y que podía jugar más con mi rostro.
Me enorgullezco de mi apariencia. Tenía que estarlo en el negocio en el que estaba. Pero mi ritual matutino consistía en mis tres pasos sin complicaciones para el rostro: corrector, máscara de pestañas, colorete y pintalabios. Hecho. Siempre he sido fan de dormir el mayor tiempo posible, pero necesitaba estar presentable.
Mi piel se erizó.
Levanté mi mirada alrededor pero no vi nada. Al menos hasta que, unos momentos después, se me ocurrió mirar hacia una de las habitaciones privadas en el segundo piso justo enfrente de mí.
Un rubor irradió en cada parte de mi cuerpo. A través del cristal claro, mis ojos se fijaron en un hombre de pelo oscuro. Estaba vestido con un traje gris oscuro, sus manos sin apretar envueltas alrededor de un vaso de líquido de color ámbar. Y era guapísimo. Guapísimo como para hacerte derretir las braguitas, con su mandíbula cuadrada y bien afeitada, su cabello oscuro ordenado, y amplios y fuertes hombros. Enmarcado dentro de la ventana de cristal, parecía que pertenecía a la portada de una revista.
Y estaba mirando directamente hacia mí. O, al menos, parecía estarlo.
La conciencia me hizo sentar un poco más erguida, pero al instante bajé la mirada a mi regazo por reflejo. Vi que mis manos temblaban. De los nervios o del deseo, no lo sabía, pero sabía sin ninguna duda que él era uno de los hombres más guapos que había visto nunca.
Y me había acobardado y aparté la mirada.
Cerré mis ojos por un breve momento, tomando una respiración para estabilizarme. Recordé lo que quería lograr esta noche. Recordé que era joven y que no había tenido relaciones sexuales en más de un año. Recordé que nunca había tenido sexo salvaje y loco con un extraño caliente y que esta era mi oportunidad.
Abrí mis ojos y, con el corazón latiendo en mis oídos, volví a mirar hacia la habitación privada.
Los sensuales labios del hombre de cabello oscuro se curvaron en una sonrisa mientras sus ojos se encontraron con los míos.
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❤Sr. Blackwell🪐 "En Proceso"
Ficção AdolescenteTristan era todo lo que había querido para una cita de una noche. Era un tipo que hacía que se te derritieran las bragas con un cuerpo esculpido por los dioses griegos y un amante de la charla sucia que me dejaba jadeando y rogando por más. Mejor aú...