💫Capítulo 1💫

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Había dejado de llorar hacía más de tres horas. Drenada y cansada, me senté en mi mesa de la cocina, mirando hacia abajo a mi taza de té con leche que Larene me había preparado. Estaba cocinando en mi cocina ahora.

Mi receta favorita de macarrones con queso mezclados con trozos de chorizo. Dijo que me haría sentir mejor, pero lo dudaba. Ni siquiera estaba hambrienta.
El hombre del que había estado enamorándome estaba comprometido con otra mujer.

Hice una mueca, moviéndome en mi silla. Tontamente, había creído que yo era la única en su vida, a pesar de que nosotros nunca hablamos de exclusividad. Debería haberlo sabido, maldije mi estupidez, especialmente cuando Tristan dijo que no me podía dar una relación.

¡Tonta, tonta, tonta!

—La cena está lista —cantó Larene, tratando de mantener un frente alegre por mí. Ya le había contado todo. El compromiso, nuestra pelea, las fotos que había visto en Internet…

—Gracias —murmuré, cuando dejó una ración masiva de macarrones con queso en frente de mí. Si cuanto más comiera, mejor me sentiría. Tomé un bocado sólo para complacerla y sonrió en señal de aprobación antes de comenzar a lavar.

Una vez que terminó, se dio la vuelta, apoyada sobre el mostrador, viéndome toquetear mi comida.

—¿Has tenido noticias de él?

Pensé en mi móvil y las decenas de llamadas perdidas y mensajes de voz que había dejado.

—No respondo a sus llamadas.

—Noelle... —dijo con un suspiro.

Sentí una punzada de irritación.

—¿Qué? ¿Crees que debería hablar con él?

—Sí, lo creo.

—¿Cómo puedes decirme eso? —pregunté, un poco herida—. Está comprometido.

—Lo sé. Pero ¿alguna vez dijo que en realidad lo haría? Dijo que fue idea de su padre. Tal vez tiene toda la intención de romper una vez que su padre salga de encima de su espalda.

Cerré mis ojos, negando. No tengo la energía para hacer frente a esto ahora. Todo lo que quiero es meterme en la cama e irme a dormir. Esperaba que todo esto fuera una gran pesadilla y me despertase junto a Tristan, feliz y ajena. Me dolía el corazón por él, incluso ahora, incluso después de todo lo que había hecho. ¿Qué haría falta para que mis sentimientos desaparecieran por completo? Por debajo de que fuera un asesino psicótico, o en serie, no había mucho más.

Con un suspiro, di otro mordisco, pero sabía como arena en mi boca.

—Ella era hermosa, Larene —le dije a mi mejor amiga en voz baja—.
Era el tipo de mujer que puedo imaginar con él. Y se veía feliz.

—¿Pero lo estaba él?

No contesté. No lo sabía. Lo único que pensaba era en la vulnerable y punzante mirada de Tristan en la ducha durante el domingo por la noche, cuando había explorado su carne como un amante. Cómo le había afectado mi toque.

Y pertenecía a otra mujer.

                         ************

Más tarde, una vez Larene se fue con una mirada de preocupación en sus hermosas facciones, me metí en la cama, agarrando mi teléfono.
Siete mensajes de voz. Había dejado siete mensajes de voz. Como una verdadera masoquista, escuché cada uno. Entonces los escuché todos de nuevo. Y luego una tercera vez.
Uno en particular, el último que había dejado, hizo que mi garganta quemase.

—Noelle... —Una larga pausa y luego un aliento exhalado—. Sé que soy la última persona que deseas escuchar desde este momento. Me merezco eso. Merezco tu ira y dolor. Me merezco todo lo que me das, excepto, tal vez, tu amor. Ciertamente no soy digno de eso, sobre todo después de lo que hice. Pero me lo diste de todos modos. —Otro suspiro—. Por favor, habla conmigo, corazón. Dime que no he arruinado todo. Necesito saber eso o me volveré loco. Llámame. Escríbeme. Sólo dame algo, cualquier cosa, a pesar de que no lo merezco.

Tristan sonaba tan triste. Pensé que me haría sentir mejor, oírle sufrir.
No lo hizo. Odiaba escucharle así.
La última llamada había sido de hacía dos horas. Eran casi las diez de la noche. Estaría en su cena de negocios, o simplemente saliendo.

O estaría con ella...

Cerré mis pensamientos, sin confiar en que no empezaría a llorar otra vez ahora que Larene se había marchado. No necesitaba pensar en ellos juntos.

No quería saber.

Mi teléfono comenzó a zumbar, sobresaltándome. Miré hacia abajo y mi corazón comenzó a golpear violentamente en mi pecho.
Dejé que sonase tres veces antes de que rechazar la llamada de Tristan.
El hombre siempre ha sido persistente, le daría eso. Pero no estaba dispuesta a hablar con él. Necesitaba más tiempo.

Un momento después, un pequeño sonido indicó un nuevo correo de voz. No dudé en elevar el móvil a mi oído. Su voz profunda y aterciopelada se apoderó de mí. Pero me di cuenta de un filo en su tono de voz, como si estuviera llegando al borde de su paciencia.

—No iré a tu casa, Noelle, no importa lo mucho que quiero. Tengo mucho que explicarte, pero te voy a dar un poco de tiempo. Aunque no mucho. —Mis labios se separaron en un jadeo indignado—. Sólo quería decirte que creo que eres la mujer más hermosa que he conocido en mi vida. Y tengo la intención de tenerte, sin importar lo sucio que tenga que jugar.  ¿Y Noelle? —Esperé con gran expectación durante la breve pausa—. No jugaré limpio.

El correo de voz terminó. Me quedé boquiabierta mirando al móvil con incredulidad y repetí el mensaje sólo para asegurarme de que había oído bien.

¡El nervio de ese hombre! ¡No podía creer su arrogancia!

Arrojé el móvil a mi mesita de noche, acabando con él por esta noche.
Terminado. Demasiado irritada para ir a dormir ahora, me levanté de la cama, inquieta, y paseé por mi habitación. Atrás quedó mi dolor. La molestia lo había reemplazado.

Tuve el fuerte impulso de llamarle y decirle lo que pensaba. Me di cuenta de que eso era lo que quería. Quería algún tipo de reacción. Bueno, no se la daría. Le dejaría pensando por un par de días.

¡Diablos, ni siquiera sabía si quería llamarle!

El sueño me eludía ahora. No había manera de que siquiera consiguiese un par de horas a este ritmo. Para sacar parte de la rabia nerviosa, fui a mi cocina. Sólo había una cosa que podía pensar en hacer cuando estaba en un estado de ánimo como éste y era hornear. Incluso consideré en llamar a Larene otra vez dado que ahora estaba en un estado de ánimo de perra.
Perra y horneando, mis dos cosas favoritas cuando un hombre estaba involucrado.

Para medianoche, parecía que había explotado una bomba de harina por toda mi cocina. Preparé un lote de galletas de doble chocolate con pepitas, magdalenas de vainilla con glaseado rosa, y una barra de mi bizcocho de otoño preferido... pan de calabaza.
Había usado un poco menos de la delicadeza habitual, pero me sentía muchísimo mejor. En una cocina demasiado caliente, con ollas y cuencos sucios y pegotes de masa salpicada por todas partes, me comí una magdalena, más contenida de lo que había estado todo el día.

Después de mi tercera, sin embargo, un indicio de desesperación me arañó el pecho. Sabía por qué. Nunca había cocinado para Tristan, aunque había pensado en ello varias veces.
Porque a pesar de todo, mirando alrededor de mi cocina vacía, sabía que daría cualquier cosa porque él estuviera conmigo en este momento.
Cualquier cosa para que hoy fuera borrado…

Las lágrimas volvieron con venganza.

❤Sr. Blackwell🪐  "En Proceso"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora