Chapter 8

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–16 de Junio de 2005–

A mis pocos años de edad, iba correteando con las manitas extendidas, aún me tambaleaba porque me dolían las piernas y tenía pequeños "dibujitos" en ellas, con tonalidades un poco oscuras pero, según mi papá eso era "normal".

A la edad de tres añitos ya recibía abusos discretos de mi madre pero, mi papá me hacía creer que eran dibujitos.

¿M-mami? -me sujeté de sus piernas para poder sostenerme pero "sentí" que caí al suelo, abulte mis labios alzando mis bracitos hacia ella pero decidió dejarme allí saliendo de la habitación dándome una mirada extraña-.

Con el tiempo comprendí que sentía asco de mi, nunca hizo nada para cambiarlo.

Todavía no podía comprender porque hacía eso, pensando si yo tenía algo malo en mi.

Bajé mi cabecita preguntándome si estaba enfadada conmigo, era demasiado pequeño para entenderlo pero no para darme cuenta que algo pasaba.

¿Qué haces en el suelo jovencito? -levanté mi cabeza esperando que fuese mi mamá pero, fue mi Nana quien me hablaba, al verme en el suelo no dudo en cargarme y yo me escondí en su cuello, como siempre-.

M-mami -me abrazó más a ella haciendo que rompiera en llanto, sintiendo su cálido abrazo y besos en mi cabeza para intentar callar mi llanto porque si no, aquello sería peor para mi.-

Si mi madre se enterara que estaba llorando de nuevo, me encerraría otra vez en mi cuarto por un día, dejándome solo allí sin ninguna luz, me daba miedo.

Me da miedo la oscuridad.

La voz de mi madre me sobresaltó haciendo que abrazase más fuerte a mi Nana.

La miré con miedo restregando mis ojos al escuchar su risa, era algo que me aterrorizaba cada vez que la escuchaba, no salía nada bueno cuando sucedía.

¿Ya estas llorando? Que niño más débil me toco tener por dios, ojala no te hubiera tenido -solté un chillido agudo cuando me separó del abrazo de la única persona que me hacía sentir protegido-.

Pataleé notando como apretaba el agarre haciéndome más daño, rendido agache la cabeza mientras me llevaba a mi cuarto de nuevo.

¿Ya callaste? Estas más lindo callado -hipeé extendiendo mi mano a mi papá que acababa de entrar y miraba con espantó lo que estaba pasando-.

De nuevo, miré donde estaba mi Nana, estaba hablando con mi papá y a los segundos se acerco con rapidez.
Mi mamá se dio cuenta de eso, me dejó en mi cuarto con asombrosa rapidez encerrándome allí, cómo pude me levanté  golpeando la puerta pidiendo mientras lloraba para que me sacara de allí pero nada.

Porque con cada paso torpe que daba, sentía dolor por varias partes de mis piernas.

Así pasaron los minutos, horas sin moverme de mi pequeña cama abrazando un peluche de un pingüino hasta que me dormí por unas horas, cansado de llorar.

Cuando desperté, me asusté porque ya era de noche y no veía nada, me quedé abrazando aún más aquel peluche.
No tenía amiguitos pero aquel peluche lo consideraba uno, dormía con él y cuando me sentía solo lo abrazaba.

Restregué mis ojos cuando una luz clara me dio en mis ojitos haciendo que haga un puchero con un poco de molestia. Con curiosidad de que era, gateé por la cama acercándome a la ventana.

Quedé viendo el cielo, sorprendido por aquella cosa que parecía sonreírme desde la lejanía, su luz consiguió calmarme sin dejar de mirarla.

No sabía que era pero era tan brillante que cada noche la veía por la ventana, fijándome que cada tiempo que pasaba tenía una forma diferente en el cielo.

Pero sin dudas mi favorita por aquellos momentos era cuando tenía forma de cuna en el cielo.

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Una de las noches escuché las voces de mis padres cerca de mi puerta, me gano la curiosidad quedándome pegado a la puerta sin hacer ningún ruido.

Siempre consientes a tu hijo, eres un inmaduro -reconocí la voz de mi mama- no lo sacaré del cuarto, tiene lo que se merece, me da asco que su tez sea tan blanquecina -hubo un momento de silencio- Es tu culpa, seguro por culpa tuya será omega -Volvi a escucharla reír haciendo que tape mi carita con mis manos para no escucharla-.

Min ha, es suficiente, si le malcrió porque amo a mi hijo, tienes un problema grave, tomate las putas pastillas -Después del silencio, escuche las voces más bajas-.

Seguro sale como una putita como su hermano mayor -escuche eso como último sintiendo como las paredes se sacudían ante un portazo poco después-.

¿Hermano? ¿Quién? Restregué mis ojitos  poniéndome de pie tambaleándome volviendo a la cama, solo ella y yo sabíamos lo que habíamos escuchado en ese momento.

Era raro porque solo vivíamos cuatro personas en la casa, abrace mis piernas con fuerza escondiendo mi rostro en ellas tratando de dormirme, queriendo dejar de lado todo lo que escuché.

Pero ni siquiera en sueños podía escapar de ella.

𝐏𝐎𝐑𝐂𝐄𝐋𝐀𝐈𝐍 [S𝐚𝐧S𝐚𝐧𝐠]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora