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Los ojos de Roier y Juan se iluminaron como estrellas al llegar al parque de diversiones. Parecía un mundo fantástico sacado de un cuento, con una rueda de la fortuna gigante, una montaña rusa y montones de atracciones mas a las que tenían muchas ganas de subirse. Por supuesto, había también juegos para ganar juguetes y puestos de comida donde también vendían algodón de azúcar.

-¡Yo quiero disparar! -exclamo Juan señalando el juego donde en ese momento un niño acababa de ganar un peluche por haber dado en el blanco tres veces.

-¡Yo quiero saltar en el castillo inflable! -dijo Roier por el otro lado.

-Vamos por partes, ¿Qué les parece si Foolish y yo llevamos a Roier al castillo inflable? -sugirió Vegetta.

-Esta bien, nosotros iremos por los peluches -respondió Quackity. -¿Están de acuerdo? -pregunto mirando a los niños y ellos asintieron, impacientes.

Todos dispersaron por el parque en grupos pequeños.

Nada mas al llegar al castillo inflable, Roier entro rápidamente e insistió a sus tíos de entrar con el. Estos dudaron un poco, pero finalmente aceptaron al ver que n eran los únicos adultos que entraban.

 Estos dudaron un poco, pero finalmente aceptaron al ver que n eran los únicos adultos que entraban

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Rubí bufo por sexta vez desde que Juan había comenzado a jugar hacia menos de cinco minutos. El pequeño castaño disparaba bolitas de plástico con una escopeta de juguete contra unos juguetes de goma que flotaban en un gran cubo de agua. Si le daba a tres, consegu8ia un juguete, y Quackity ya sostenía dos ositos de peluches que había ganado su hijo.

-Rubí, si te aburres puedes irte -le dijo Luzu y señalo la salida con su dedo.

-Ya te gustaría... -murmuró la susodicha.

-Disculpa, no te he oído.

-Nada, decía que prefiero quedarme.

Y es que la mujer no quería perder de vista a Quackity. Juan disparo por ultima vez y el feriante, le dijo que podía elegir el premio. El niño se llevo la mano a la barbilla, pensativo, y finalmente decidió que quería un tigre de peluche. En cuanto se lo dieron, Juan se lo alcanzo a Luzu.

-Este es para ti, mamá. Para que te recuerdes de mi.

-Cielo, yo nunca me olvidaría de ti -la castaña lo abrazo. -Muchas gracias.

Rubí rodo los ojos y bufo por séptima vez, en cambio Quackity le pareció tan tierno que no puedo evitar sonreír.

El grupo no tardo en regresar y todos se dirigieron hacia la rueda mientras comían helados que había comprado antes de dirigirse a ésta. La cola no era demasiado larga, la atracción era enorme y tenia muchísimas cabinas, pero eran solo para dos personas. 

Luzu pensaba subir con su hijo Juan, pero éste agarro la mano de su hermano y ambos dejaron paso a los adultos.

-¿Van a subir o que? Hay mas gente esperando -gruño el feriante que vendía los boletos.

Malentendido-LuckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora