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Una pequeña Karen de diez años había llegado a las piscinas publicas junto a su hermano menor Evan, de ocho años. Eran vacaciones de verano en Leipzig, hacia un calor que no se soportaba y demasiado tiempo libre, por lo cual la madre de los Brown, decidido darles permiso para ir a la piscina publica para matar el tiempo y aprovechar que un conocido del lugar era amigo cercano de la familia, así que estarían a su "cargo".
— Evan ven a ponerte protector solar — Karen dejo las toallas y el bolso en unas sillas para sentarse, el pequeño se obedeció, acercándose a su hermana y dejo que le untara el protector solar.
— ¿debo esperar? — pregunto mientras hacía gestos ante las acciones de su hermana en su rostro.
— espera cinco minutos a que se absorba y puedes meterte al agua — el pequeño asintió — ahora tu ponte en los brazos y piernas — Evan obedeció ante la orden de su hermana mayor.
Karen por otro lado, tendió ambas toallas en dos sillas para apartarlas y dejo la mochila del menor en una de ellas mientras que ella se echaba protector solar en el rostro, brazos y piernas.
— ¿ahora sí puedo ir? — habían pasado alrededor de unos diez minutos o un poco más.
— ve, pero no a lo profundo — el asintió mientras que feliz se tiraba a la piscina y se quedaba en la parte más baja.
La pelirroja se puso sus audífonos sin reproducir nada mientras sacaba su libro favorito, Orgullo y prejuicio de su bolso transparente.
La chica se había metido un par de veces para refrescarse, pero la mayoría del tiempo estuvo echada en la silla de playa terminando aquel libro. Karen recién había salido de la piscina cuando su hermano menor se acerco a ella llorando, Evan abrazo por la cintura a su hermana mientras soltaba amargas lagrimas sobre el traje de baño morado de la niña.
— Evan ¿Qué paso? — Karen tomo de los hombros a su hermano limpiando sus lágrimas — hermanito —
— me empujaron p-p-por i-i-intentar defenderlo — hablaba con hipos el pequeño Evan.
— ¿a quién? — Evan apunto a las duchas de hombres.
— al niño de pelo negro — explico. Ella limpio las lagrimas de su hermano mientras lo dejaba sentado en una de las sillas y le daba un dulce que había sacado de su bolso.
— iré a ver — la niña sintió las manos de su hermano deteniéndola.
— te harán daño — Evan miraba con ojos suplicantes a su hermana para que no entrara al baño.
— estaré bien, quédate aquí — el asintió.
Karen tomo el gas pimienta de su bolso junto a las llaves de su casa para caminar firmemente hasta las duchas. Era lista, si estaban molestando a alguien dentro, no debía haber nadie, salvo los causantes del problema.
