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Los días lluviosos eran los días que más significados tienen. Para algunos son días tristes, para otros relajantes, días llenos de recuerdos y nostalgias, sin duda en un clima que puede significar muchas cosas.
Para Bill, tiene un significado preciado e inolvidable.
Aquel día era nublado y se notaba que llovería mas tarde, pero, aun así, Bill decidido ir a una tienda de discos para relajarse y pensar un poco. Había perdido la inspiración para una canción y que mejor lugar para recuperar la inspiración que uno lleno de ello.
El chico entro a la tienda, vistiendo completamente de negro con una sudadera con capucha y sin maquillaje. Entro a lugar y saludo con la cabeza al chico del mostrador e indago por las estanterías lleno de discos.
Bill estuvo mirando algunos por largos momentos hasta que encontró uno de su agrado para llevárselo a casa. Caminó devuelta al mostrador para pagar.
En silencio y con la música de fondo Bill pago por el disco cuando la campana de la tienda volvió a sonar, dando aviso que un cliente había llegado a la tienda.
— Hola Roy — Bill escucho la voz de una chica — ¿llego? —
— Kiki, aún falta una semana. Te dije que te llamaría cuando llegue — la chica bufó. Bill volteo su rostro al sentir a su presencia a su lado.
La joven vestía con un short y pantimedias mientras que arriba llevaba una camiseta negra con una estrella al centro y una sudadera café con unos audífonos adornando su cuello y un bolso cruzado en su cuerpo, este estaba lleno de pines y dibujos random hechos con pintura blanca y plumones.
— su recibo y el disco. Que tenga lindo día — Roy entrego a Bill las cosas.
— pero Roy — la chica hizo un berrinche — es para el cumpleaños de mi papá —
— sabes que traer discos de otro país es tardío y sobre todo si vienen desde Chile — Bill tomo las cosas mientras escuchaba discutir a las dos personas.
El pelinegro salió del local para darse cuenta que había iniciado la lluvia que al principio del día habían anunciado. Bill bufo en su lugar poniéndose la capucha en su cabeza para que su cabello no se mojara, porque este había alaciado su cabello esa mañana y sabemos lo que pasa cuando le cae un poco de agua. El chico quedo a la entrada del local escampando del agua esperando a que pase cuando sintió que algo golpeo en su costado, el volteo asustado al pensar que sería algún fan o paparazzi, pero solo era la misma chica que estaba discutiendo con el cajero adentro de la tienda.
— toma — le tendió un paraguas — lo necesitas más que yo — la pelirroja sonrió.
— no — Bill sonrió — esperare a que pase, no estoy apurado — intento rechazar el paraguas, pero ella insistió con el paraguas.
— vamos, tú cabello me lo agradecerá — volvió a tenderle el paraguas, pero el pelinegro negó con una pequeña sonrisa — hagamos algo. Acompáñame hasta el paradero de la vuelta y te lo doy ¿sí? — Bill dudo, pero termino aceptando.
