Uno... Dos... Tres...
Solo tres segundos para enamorarme...
Para las personas, el ejemplo de amor, se encuentra en el entorno que nos rodea, como lo eran los padres. En mi caso, mis padres fueron los causantes del porque prometí jamás enamorarme.
A mis cortos veinte años, jamás pensé hacerlo.
Desde los trece mi vida ha sido una completa locura. Mi hermano y yo iniciamos una banda junto a dos amigos más, todo inicio en un pequeño bar hasta que un productor nos encontró, pasó muchas cosas desde ese momento, que nos lleva a mi actual yo.
Era conocido como el mujeriego del grupo, el casanova, el todas mías. Me gustaba serlo, tener hermosas chicas a mi alrededor era un sueño para muchos y una realidad para mí.
Pero todo cambio cuando la vi... a ella
Margaret White.
Castaña, morena, un cuerpo de reloj de arena, hermosa sonrisa y un carisma único.
Ella era asistente de la persona que nos manejaba la imagen de cada uno, básicamente cumplía los deberes que debía hacer una nuestra asesora de imagen, pero no hacía.
La primera vez que la vi, fue de manera fugaz.
Era temprano, como a las siete de la mañana. Estábamos pronto a lanzar un nuevo álbum, los del staff estaban vueltos locos, los chicos tenían la ansiedad por los cielos y yo solo quería un café, así que fui a la cafetería más cercana al estudio.
Cuando estaba por entrar al lugar, alguien choco contra mí, era una chica que por el golpe dejo caer una carpeta a nuestros pies.
- que torpe - susurro para ella misma - lamento esto - ella se disculpó conmigo. Recogí su carpeta del suelo, pero ella me lo arrebato de inmediato - de verdad lo siento -
Uno... Dos... Tres...
Esos tres segundos bastaron para caer por ella.
- no te preocupes - por primera vez, mi voz salió nerviosa.
- debo irme - ella sonrió haciendo que sus ojos desaparecieran - lo lamento, otra vez. Adiós - y se fue.
Supiere al verla salir de la cafetería, estaba por seguirla, pero mi teléfono sonó.
- ¿Dónde estás? Te estamos esperando, pronto vendrán las nuevas asesoras de imagen y debes estar aquí - aleje el teléfono al escuchar el grito de Bill.
- ya voy. Vine por un café - fui hasta la fila para pedirlo.
- apúrate - colgó.
Maldito Bill.
La segunda vez, la vi ese mismo día, pero en el estudio donde nos harían la nueva prueba de imagen. Según los productores querían una nueva imagen para el grupo, así que llamaron a un nuevo equipo para realizar dicho trabajo, pero nunca espera verla a ella.