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Te dolía verlo así, roto, así como se rompe la porcelana más fina, así como se rompe un vidrio, así como se rompe un corazón enamorado.
Sabias que Bill, era una personan enamoradiza y pensabas, en tu ingenuidad, que él podría estarlo de ti, pero lamentablemente no fue así, al darte cuenta de que su corazón le pertenecía a otra persona.
Él se había enamorado de un hombre, un hombre que pensabas que seria bueno con Bill, que lo amaba como él y por lo mismo, decidiste dejar tus sentimientos de lado, para que el, dejara florecer los suyos.
Eras amiga de los gemelos desde hace algunos años, cuando los ayudaste a producir algunas de sus canciones para su álbum. En un inicio, la relación era solo laboral, pero al pasar tanto tiempo juntos, esa relación tomo confianza y se torno en amistad, una amistad genuina.
Durante ese tiempo, quedaste completamente enamorada de Bill, el era todo lo que buscabas, era lindo, tenia una hermosa voz, además de esa personalidad tan agradable, para ti, era el hombre perfecto y por lo mismo no te evitaste a caer.
Al mismo tiempo que descubriste esas cualidades en él, también te diste cuenta de su mayor defecto, que era se enamoraba muy rápido de las personas y por lo mismo, el entregaba todo por el o ella. Lamentablemente, las parejas que escogía eran todo lo contrario a él.
Bill entregaba todo de si, mientras que la otra persona no lo hacía.
Por lo mismo, siempre regañabas a Bill, ya que la que recibía al Bill roto, eras tu. Tus eras la persona que volvía a pegar esos pedazos, para volver a formarlo lleno de confianza y felicidad, para solo, entregarlo a otra persona que lo romperían igual o de peor forma.
Esta era la quinta vez, que Bill lo dejaban.
Estabas molesta, pero, sobre todo, cansada de lo mismo.
Esa noche, el llego a tu departamento a las 4:35 de la mañana, toco la puerta de tu hogar esperando a que abrieras tu puerta. Extrañada por la hora, viste por la pantalla que daba a una cámara en la entrada de tu departamento para ver quien era, para encontrarte a un Bill con el maquillaje corrido y lágrimas en los ojos.
— No otra vez — suspiraste para caminar hasta la puerta y abrir esta.
Lo primero que sucedió al abrir la puerta, fue el, refugiándose en tus brazos. Lo envolviste con suavidad en tus brazos mientras acariciabas su espalda, mientras lo escuchabas sollozar.
— lo odio — susurro — lo odio, lo odio, lo odio — hablo mientras lloraba
Pasaron unos minutos, dejando que se desahogara en tus brazos para poder separarte de él.
— ve al sofá, preparare algo caliente — le instruiste mientras cerrabas la puerta.
Bill entro y se sentó en el sofá esperando por ti, en el mismo momento en que tú, prendías la tetera para darle algún te que lo calmara. Mientras se calentaba el agua, fuiste hasta donde el estaba y te sentaste a su lado.
